jueves, 28 de febrero de 2008

Chuquicamata, el pan de los chilenos

De aquí sale el pan, las habas y los bistec que comen los chilenos. De un agujero, un hoyo que llega hasta un vertiginoso abismo, posiblemente uno de los mayores oradados por el hombre, llevan casi 100 años trabajándoselo, sacando sus riquezas. Imaginaos camiones como casas y excavadoras como edificios.Todas la cifras en torno a este coloso son descomunales, 4,5 km de largo, 3,5 de ancho y 1.250 m de profundidad. Y sigue creciendo. Es la mina de Chuquicamata, una explotación cuprífera a ralo abierto: el pan de todos los chilenos. Está nacionalizada.

Calama, rostros mineros
Calama, como ciudad impresiona, el cobre es su vida, su razón de ser: esculturas de cobre, cúpulas de cobre. Cobre, cobre y más cobre. Sus pobladores son de rasgos duros, gente ruda, cuerpos de mineros. 22.000 hombres y mujeres bregados en la mina. En sus calles no se ven miradas inocentes, sus ojos se clavan desafiantes, sacan pecho y te retan. Son gallos, son leones musculados. Por la noche salía a cenar y me volvía rápidamente, me daba mal rollo, yuyu, se llama.

Chuquicamata, ciudad fantasma
Ya no existe. El Pueblo que nació hace 90 años como un campamento para los mineros está vacío. Sus habitantes han sido desalojados, trasladados y reubicados en Calama en 2004 debido a la contaminación que provoca la mina y a que bajo su suelo se encuentran también ricos yacimientos de cobre. Calles sin almas. Un pueblo fantasma. El teatro, las tiendas, el polideportivo. Todo trancado. ¿Para qué? Puertas con cerrojo, para qué, si en pocos meses la escoria minera, las montañas de tierra no útil tapará todo el pueblo, salvo el cementerio, ese fue el acuerdo. Supongo que es inevitable al pensamiento humano que cuando un ser abandona su hogar lo cierra aunque sabe que nunca más vuelva a pisarlo. Su estructura mental no le permite dejar la puerta abierta. No puede.

La mina, un boquete en la Tierra
Chuquicamata es la mayor mina de cobre del mundo, de aquí sale el 13, 2% del PIB de Chile. Cada céntimo que sube el mineral supone 120 millones de dólares más para la economía del país andino, al día. Cada vez que baja es un pellizco de dolor para sus finanzas. El ejercito, increíble, se lleva un 10% de todo el monto, "es que tenemos vecinos peligrosos e inestables" se justifican los chilenos. Desde hace años esa mina, debido al alza de los precios del cobre motivado por el consumo chino, ha financiado la buena marcha de la economía chilena, a ella y a sus hermanas pequeñas, se debe que a Chile le vaya tan bien y que hoy, posiblemente sea el país más moderno u europeo de toda Latinoamérica.

¡Todos hemos sido niños!
Y hemos jugado o deseado tener un volquete, hemos cargado en él tierra y arena en nuestros parques o en las calles no asfaltados. Todos nos hemos imaginado ser sus conductores arrastrándolos con las manos y emitiendo sonido guturales en nuestra boca que asemejan el ruido de un motor, de un motor que nunca hemos escuchado Yo, hoy, he visto a esos gigantes, los he tocado y he escuchado su estruendo mientras ascienden los caminos de la mina. Son tan grandes como una casa de dos pisos, sus ruedas miden más de tres metros. A distancia son enanos, la mina se los come. De cerca asustan.

domingo, 24 de febrero de 2008

Minutos musicales 2. Los viejos rockeros deberían morir

Viña de mar, todo el mundo feliz
Hoy, ayer y desde hace unos días la noche chilena se ha parado, las gentes de este país están todas atentas de una sola cosa, del televisor. Vayas por donde vayas, casas, bares, restaurantes, hoteles viven pendientes de un canal, el que transmite el Festival de Viña, de Viña de Mar. Es su 49 edición, y por el escenario ha pasado desde lo más hortera de la música melódica, Marco Antonio se llama uno… hasta la calidad de Calle 13 o Vicentico. pasando por combos colombianos o desconocidos estones. Hay premios en el concurso folclórico y unas extrañas gaviotas de oro y/o plata para artistas consagrados que se otorgan por aclamación del público. Como siempre pasa en semejantes acontecimientos todos se llevan el suyo. Cómo no.

Los viejos rockeros deberían morir o dedicarse a dar clase
Yo entiendo que todos tienen derecho a ganarse la plata, también entiendo que si tu vida es la música te dediques a ella, pero aunque suene absurdo no entiendo como los Rolling siguen haciendo música, o Deep Purple… ¿hacen o repiten? o Inti Illimani, grupo que escuchaba hace más de 30 años. ¿Cantarán lo mismo? Tengo muy buen recuerdo de ellos, pero soy incapaz de imaginarme lo que pueden hacer ahora. Si por un momento fuese a un concierto suyo sería más que todo por saber quién asiste a semejantes conciertos de dinosaurios, pero no realmente por su música. Creo que el jazz, el blues o la música clásica gana con los años, son como un buen vino, van cogiendo buqué, cuerpo con el aumento de canas, que sus autores e interpretes no envejecen con los años. Los otros. sí. Lo siento, pienso así.

Chile, tierra de dinosaurios
Iron Maiden, Deep Purple, Ozzy Osbourne, Peter Frampton grupos de bastón, de cachava, que digo yo. Más cerca de una residencia de ancianos que de un bar de copas. Están de gira por Chile este verano. Un conocido me dice que vienen por estos lares porque son baratos, puede ser; vienen a segundas plazas. Ellos son también segundones y por su edad no pueden ser teloneros, no sería justo. Pobres. Y seguro que llenan. Viejos rockeros, medio calvos y con coleta, que en su momento aportaron cosas lindas a la música, ¡cuántas veces los he bailado en mi juventud!, pero hoy qué hacen, componen algo nuevo con dignidad, alguien me lo puede decir… Vivir de las rentas, supongo, como todos.

Pd. Posiblemente en los próximos días haya un parón bloguero. No lo sé, depende del ferry. Me embarcó rumbo al Sur del Sur, a Puerto Natales, para acercarme a las Torres del Paine, otra joya de la naturaleza. El jueves llego y me reconectaré, no obstante espero que haya internet en el barco.

Autobuses nocturnos

Ella llegó cuando yo ya estaba sentado, me levanté y la dejé ocupar su asiento, al lado de la ventana. Saludos de rigor, cada uno en su lengua, nada más. Al rato empezó a llorar, se le oía el característico sonido del moquillo de los infelices y se la veía como apartaba los lagrimones de su mejilla. Me incliné y busqué el papel higiénico que siempre llevo conmigo en la mochila. Le toqué ligeramente el hombro, me miró extrañada y se pasé el secalágrimas improvisado. En un principio lo rechazó. Insistí, acercándole la mano; acabó aceptándolo. Me dio las gracias en su idioma.

Ya era tarde, la noche se había echado hacía un par de horas, fuera, un calor sofocante; dentro, un frío al que no acabo de acostumbrarme. Era hora de dormir, reclinamos nuestros asientos, me puse los auriculares del ipod y esperé a que me entrase el sueño. Siempre complicado. Ella parecía haber calmado su sollozo mientras miraba sin pausa a través de la noche, por la ventana. Se escondía.

Yo no podía dormir, estaba intranquilo, daba vueltas y más vueltas, no encontraba la posición en el asiento reclinable, además estaba helado y no sabía cómo taparme. A ella le sucedió algo parecido, no paraba de moverse, a veces se acercaba a mi, a veces se alejaba. Nuestras piernas, su derecha y mi izquierda a menudo entraban en contacto… y no se separaban. Había cierta tensión. No hablamos, en algún momento nuestras manos chocaron, separé la mía y sentí la suya inerte sobre mi rodilla. Me quedé tieso. Lo notó y la apartó. Nuestros cuerpos seguían en movimiento, la intranquilidad iba en aumento, pero no cruzábamos mirada. Yo estaba entre acojonado y deseoso al mismo tiempo, la adrenalina a tope y sin saber qué hacer. Nuestras manos volvieron a encontrarse, esta vez no la separé y empecé a juguetear con la suya. Apoyó su cabeza en mi hombro. Mi mano fue subiendo por su pierna, llegó al vientre, acariciándolo con suavidad. Volteé mi cabeza e intenté besarla en la boca. No me dejó. Lo volví a intentar, de nuevo me rechazó, forcé mi giro y acerqué los labios a su cuello. Me lo permitió. Las manos seguían su ascenso, llegaron a sus pechos, intenté quitarle el sostén. Fallido. Ella colaboró y se lo soltó. Manoseé sus pezones, ya estaban rígidos, mientras, mi otra mano se acercó al botón de su pantalón. Lo desabroché sin problemas, sin embargo la tarea de bajar hacia su pubis se tornaba complicada. Lo ajustado de sus vaqueros me imposibilitaba mover los dedos, ella lo notó, ahuecó su trasero y se los bajó hasta la pantorrilla. Por fin llegué ¡estaba mojadísima! y su clítoris duro. Al igual que sus pezones, que yo ya trabajaba con firmeza, los estiraba y giraba. Los tuve que abandonar, empezaba a emitir gemidos por lo que desplacé mi mano a su boca y se la introduje por la parte más carnosa, no quería que nadie se enterase de lo que allí sucedía. Ella intentó tocarme, le dije que no, que después, me atenazó la pierna y seguí tocándola hasta que estiró su cuerpo, me mordió – tuve la marca de sus dientes varios días– y llenó mi mano de flujos. Mi corazón estaba a cien.
Ella se relajó, volví a querer besarla, no me dejó. Recompuso sus vestiduras y su mano derecha bajó hasta mi bragueta, le ayudé en la tarea de hacer accesible el camino, me palpó con ganas, con decisión, sube y baja; me recosté y me dejé hacer, llevé la mano a su boca y le introduje el pulgar, se lo metía, se los sacaba, ella jugaba con la lengua, hasta que lo retiró, se postró sobre mi vientre, se metió bajo el chubasquero que me tapaba y se introdujo mi miembro en la boca. Al rato estallé, sin una mancha en el pantalón. Arreglé mis ropas y ella volvió a recostarse en su asiento, me sonrió y apoyo de nuevo su cabeza en mi hombro, nos dimos la mano y nos dormimos. No intercambiamos palabra.

A la mañana siguiente, despertamos acurrucados el uno junto al otro, nos miramos, sonreímos y me permitió darle un piquito. Nada más. Le dije buenos días, ella me respondió en su lengua. Nada más. No cruzamos más palabras. Ya fuera del autobús le dije adiós, ella me respondió "Adeus". Olvidé preguntarle su nombre, ella también. Autobuses nocturnos.

sábado, 23 de febrero de 2008

Chile me pilla a contrapie. San Pedro de Atacama

Llego a Chile y me doy cuenta que no sé nada de este país –si exceptuamos el panorama político de los últimos 33 años– que no sé dónde ir, que no he preparado una pizca esta parte del viaje y que además estoy cansado, sin ganas de ver, ni de investigar… Ya estoy en Puerto Montt, al Sur del país, me queda hablar de los últimos 2.700 km recorridos.

¿Dónde está Chile, papá?
Que yo sea consciente, escuché hablar por primera vez de este país a finales de septiembre de 1973, fue en una revista española llamada Triunfo y en la portada, toda de negro, aparecía el nombre de Chile en la parte inferior, bien grande y en blanco. Me impresionó. En los interiores hablaban de un tipo con gafas y cara de buena persona que se llamaba Salvador Allende, lo habían asesinado. También decían algo de un golpe de estado. Pregunté a mi papá que significaba todo aquello, yo no entendía nada, tenía 13 años y España vivía bajo una dictadura.

Control de Aduanas
Según te vas acercando al puesto fronterizo multitud de carteles anuncian la prohibición de introducir alimentos o animales en Chile. Lo observé como si nada: yo iba limpio…hasta que llegué a la aduana donde guante en mano me revisaron el equipaje a conciencia y encontraron algo que era animal: un colmillo de lagarto, que me había regalado una admiradora brasileña ¡el único regalo que he tenido en este viaje si exceptuamos los de Navidad! Me mosqueé muchísimo y encima me querían empapelar por haber mentido en mi declaración como si yo fuera consciente de tenerlo o de que fuese "un resto animal". Tuve que hacer una nueva declaración.

Alles shön und geflecht!
Entrar en Chile después de Bolivia es un flash, es el paso del Tercer Mundo al Primero y un desierto hace de colchón. En precios, infraestructuras, en el color de piel de sus gentes, en la clase media, en sus viviendas. Todo cambia. Me siento extraño. Casas cuidadas, aceras arregladas, jóvenes de mirada cool, todo el mundo con gafas, ropa de marcas, calzado con marca, cabellos cuidados según los cánones de la moda. Turismo interno, policías de civil. Negocios sin polvo, iluminación correcta, rotulación acorde con el paisaje. Alles schön und geflecht!

San Pedro de Atacama, hecha para el turi
Es una pequeña población, en un oasis, adobedada con conciencia y manteniendo un cierto orden arquitectónico, armonía se dice. Engalanada para el turismo, del cual vive, nacional y extranjero. Estamos en el verano austral y aquello es un hervidero, guiris, guiris y más guiris. Precios guiris, del Norte. Me encuentro perdido, hace un calor de muerte, los cajeros no dan plata, están agotados (y así durante tres días) menos mal que llevo una reserva de dólares, que cambio a un precio bastante desfavorecedor para mi, los cambistas saben de la sequedad monetaria y los hijosdeputa se aprovechan. Los hoteles son caros y me meto en una residencia (albergue) con la habitación más pequeña de todo mi trayecto, no dan toalla y piérdete ¡sin enchufes en todas la habitaciones! El último día les pedí el libro de reclamaciones, me dieron un folio, por ser unos maleducados y no permitirme dejar en custodia mi equipaje durante dos horas antes de mi partida hacia otra ciudad.

Vamos de excursión…
Los paisajes extremos tiene la ventaja de ser muy fotogénicos, a poco que hagas salen lindos, pasó ya en las últimas etapas de Bolivia y vuelve a suceder ahora: el Mirador, Valle de la Muerte (Marte), Valle e la Luna, Llano de la Paciencia, Tres Marías y Gran Duna del cráter central o anfiteatro para esperar la puesta de sol. Lugares cercanos a San Pedro que ofertan las agencias de viajes y que por sus características –áridos, secos, castigados por la naturaleza– se hacen atractivos al ojo humano… por un ratito, claro, porque allí no hay quién viva, buen escenario, magníficas localizaciones, pero solo eso, un ratito y adiós.

martes, 19 de febrero de 2008

Bolivia, el arte de la contemplación, lagunas, rocas y aguas termales

Hay que dejarse llevar…, disfrutar de los espacios, sin pretensiones…, relajarse…, no tener prisa… el espectáculo, la vida, la no-vida está ante ti, forastero. Para ti es puro exotismo, árido. Eres un privilegiado, lo sabes. Para los que allí moran es… qué es… lo único que tienen, no conocen más… es una tierra dura, que no da pan, no da riqueza. Es tierra de emigrante. Os habéis imaginado alguna vez cómo es para un adulto senegalés o para uno boliviano que nunca ha salido de su terruño encontrarse en las calles de una megápolis, Madrid o Nueva York. Me imagino que debe ser de ácido, de no entender nada. Reflexionad, va en serio.

Ini, aprendiz de guía
Octavio, el conductor, me dijo "haga espacio, viene mi copiloto, mi ayudante" yo iba delante para hacer fotos durante el trayecto. Y llegó Ini, el ayudante, cinco años. Todos nos miramos sorprendidos, era un niño. Su hijo. Producto de segundas nupcias, ya tiene 59 años. Revoltoso, juguetón, diferente a su progenitor, taciturno y seco. Entre todos lo adoptamos y le compramos un par de juguetes. Nos acompaña porque está de vacaciones y algo le sucede a su madre ¿? Así aprende el oficio de su padre, porque aunque los hijos, ya mayores, de su antiguo matrimonio se lo quieren quitar, él se niega, él quiere que Ini sea guía. De hecho está aprendiendo a manejar y en el trayecto que hacemos solos hasta frontera es Ini el que pone sus manos al volante, "¿Papi, puedo manejar?" pregunta. Con sus piececitos apenas llega al acelerador, los ojos sólo llegan hasta la base del parabrisas.

Huellas, rocas con nombre y algas que entonan el agua
En este recorrido por el suroeste boliviano hay un momento en el que se acaban las pistas, que sólo el olfato y la experiencia del guía son las únicas vías de salir vivo de allí si algo sucediese. Se pasa por zonas rocosas fustigadas por el viento, castigadas por el sol y reventadas por las gélidas noches, forman todo tipo de estructuras que a los seres humanos nos da por ponerle nombres: el cóndor, el árbol de piedra…; circulamos por desiertos de arena, de piedras, sólo algunas huellas, los surcos de los neumáticos nos indican que por ahí han pasado otros vehículos. Vamos con prisa, un pinchazo –lo ha descubierto Ini, el copiloto– nos ha hecho perder tiempo y tenemos que estar antes de las cinco de la tarde, de lo contrario no veremos la laguna, la colorada. Sin viento del Oeste, desaparece el color y por la tarde el viento se para y no mueve las algas que producen ese tono a las aguas. Lo conseguimos. En las aguas hay otro mar, de flamencos que se alimentan de las susodichas algas. No hay peces: son aguas saladas. La sal, el sulfato de sodio y otros minerales dominan esta parte del mundo. Estamos a 4.278 msnm, en cuanto se esconda el sol el frío va a ser de muerte. Cenamos con vaho en nuestros alientos. Dormimos más que vestidos, dormimos con la ropa de abrigo y con todas las mantas posibles encima dentro de unas chozas nada acondicionadas, sólo el calor de seis personas calienta la habitación.

Un baño a cuatro mil metros
A las 4 suena el despertador, nadie se quiere levantar, la baja temperatura y el cansancio son los argumentos. Octavio se enfada, somos los últimos en salir y queda mucho camino, los geisers, las aguas termales, la laguna verde y acercarme a mi hasta la frontera con Chile antes de las 10 de la mañana. Mis baterías están agotadas, no las mías sino las de la cámara, el día anterior ha sido una borrachera de imágenes, dispara sin parar, extasiado por lo que me rodeaba. Suponiendo que donde dormíamos se pudiesen recargar. Gran error, amigo. Sólo me quedan las reservas y elegir bien mi objetivo: economía de medios.
Ascendemos hasta los 4885 m, la tierra burbujea,, un sulfurado vapor invade el terreno, dos docenas de vehículos ya están allí. Puro guiri. Cámaras, flashes gente de aquí para allá. aquello, según me cuenta Octavio, se va a convertir en una central geotérmica. De nuevo al carro, avanzamos con lentitud, otros nos adelantan, "llevan 16 cilindros, nosotros solo 8! me explica nuestro guía. La vagoneta (el 4x4) no da para más le falta oxígeno, pasamos unas piscinas termales, a reventar de extranjeros, nuestro zorro del Altiplano nos aconseja ir a otras sólo para nosotros. Aceptamos. La temperatura en el exterior es de bajo cero, en el agua de unos 30 grados Celsius. Nos bañamos, bueno, yo no del todo, mi toalla está en el fondo de la maleta y ¡no pienso deshacerla! Bañamos a Ini, le quitamos las 7 camisetas que lleva superpuestas, sí he dicho bien siete. mientras su papá prepara el desayuno, café calentito y tostadas con mantequilla, exquisito. El viaje continúa rumbo a la laguna verde, sí,un verde esmeralda que refleja el volcán que domina esas aguas. Esta vez no son algas sino el magnesio existente en la zona lo que da el color. quince minutos es el tiempo que tengo de disfrutarlo, el reloj corre y debo darme prisa, de lo contrario perderé los micros que van de la frontera a San Pedro de Atacama, Chile. Adios Bolivia, linda, dura, ahogadora y étnica.

lunes, 18 de febrero de 2008

El lejano Suroeste boliviano. Los paisajes de la Tierra no son lunares

En este blog ya he defendido que el camino algunas veces es más importante que la meta, en el tour que hice dirección a la Laguna Colorada ha vuelto a suceder lo mismo, las formaciones rocosas del alto altiplano (superiores a 4.000m) son mágicas, tierras de colores, cerros nevados al fondo, lagunas multicromáticas, desiertos, … y una buena compañía han hecho de ese trayecto uno de los más alucinantes de esta ruta hacia el Sur.

El grupo
Contraté el viaje de cuatro días, tres noches en Potosí, pero la ruta comenzó en Uyuni. En el 4x4 íbamos Octavio, el guía cocinero; Ini, su ayudante; cuatro franceses, porreros; una argentina, antropóloga y yo. Hubo buen rollito durante todo el trayecto. La primera etapa fue el Salar con vuelta a Uyuni para pernoctar porque las lluvias imposibilitaban hacerlo donde en principio estaba previsto. No hubo quejas, todos nos queríamos dejar llevar…

San Cristobal, minería bien hecha
Según llegas a este pequeño poblado algo choca, por su configuaración, si has visto otros de la zona. Y preguntas… Según cuentan es el mayor proyecto minero del mundo, plata, zinc y plomo. Según dicen, la gran esperanza del árido altiplano en una tierra castigada por la nada y engañada mil veces. Según parece las cosas funcionan. Según me informo la empresa además de construir un pueblo nuevo, con comodidades pactadas con los pobladores, ha realizado grandes obras de infraestructura: hospital, colegios, cursos de capacitación, mercado, traslado de la iglesia piedra a piedra desde el antiguo poblado, carreteras y está construyendo una vía férrea. Según veo es posible compaginar beneficios económicos con el respeto a los trabajadores. Que cunda el ejemplo, por favor.

¿Paisajes lunares?
Eso es lo que a menudo se afirma cuando nos encontramos con zonas estériles, áridas, sin vegetación y de formas extrañas. Pues no, mentira. Con el tiempo y la experiencia me he dado cuenta de que el planeta tierra tiene tal variedad de climas, de atmósferas que se esconden bajo ese concepto de lunar que es difícil imaginar que la tierra selenita le llegue a los talones. Los vientos, las corrientes marinas –debería hacer un post sobre la corriente de Humboldt, porque es impresionante su poder–, el sol, el Norte o el Sur… tantas cosas configuran nuestro ecosistema que ni regando la luna se podría comparar.

Por cierto, hablando de la luna
Estoy un poco desencantado con mis lectores/as, el otro día, cuando empecé a hablar de Bolivia, Copacabana, puse una imagen de la luna de la cual esperaba algún comentario, pero no hubo ni uno. Nadie se percató o al menos nadie hizo mención de ello de que el cuarto creciente ahí expuesto es diametralmente opuesto a la que vemos en Europa. Sí, sí amigos, la luna aquí es un espejo de la nuestra: Es una "C" perfecta, que crece de izquierda a derecha y no al revés como la nuestra. Nada que ver, amigos. Una pena, lectores, una pena, sobre todo teniendo en cuenta, uno, el coñazo que doy con nuestro satélite rey, y dos que una de las páginas más visitadas de este blog es la de las fases de la luna.

¿Para cuándo Chile?
Eso me pregunto yo. Teóricamente hoy debería dar por finalizado el capítulo boliviano, pero teniendo en cuenta la hora, 3.30 de la mañana, que en un rato tengo que agarrar un bus hacia el sur de Chile y que me enrrollo con otros temas que no tenía previsto, hacen que no sea posible. Pero os prometo que éste es el penúltimo, que mañana o pasado, finalizo con el Altiplano conduciéndoos por lugares que ni en vuestra imaginación existen. Buenas noches, amores. Buenas noches, Santiago. Hoy toca no dormir, me esperan 12 horas de viaje.

domingo, 17 de febrero de 2008

El Salar de Uyuni, el espejo de la tierra

A veces cuando vemos algo que nos impresiona mucho nos quedamos con la boca abierta y entramos en una especie de éxtasis del cual nos cuesta despertar y cuando lo hacemos más difícil todavía nos resulta comunicarlo. El Salar de Uyuni no es que sea bonito, es deslumbrante, alucinante, es… una maravilla con mayúsculas. Es sin lugar a dudas una de las experiencias más fuertes que he vivido en estos ya 10 meses de viaje

El oficio de escritor
En estos momentos son los que hecho en falta la literatura, el saber escribir, contar en palabras los que mis ojos han visto, lo que mi piel ha sentido. Me doy cuenta que no sé, que no puedo, que soy un analfabeto al cual le falta léxico, poesía o como queramos llamarlo.
Por otra parte, y esa es mi defensa, te lo pueden contar, puedes ver espléndidas fotos o un documental impresionante en la tele, pero os prometo que nada, absolutamente nada lo iguala. Hay que verlo, tienes que verlo para creerlo. Es como cuando te cuentan cómo es el desierto, si no lo has vivido, pisado no sabes cómo es. Eso es lo mágico de los viajes: el sentir en carne propia el universo que nos rodea.

Las siete maravillas naturales del mundo
Actualmente existe una campaña para promover las siete maravillas naturales del mundo, supongo que, como casi todo, estará bastante manipulado y dado la repercusión económica que tiene habrá muchos intereses comerciales por medio. Soy un ignorante respecto a África y Asia, pero creo que en América hay varias joyas que son dignas de estar en esa lista: el Gran Cañón del Colorado, en EEUU; los Tepui en Venezuela: el Amazonas, Amazonas y Amazonas (varios países,) y el Salar de Uyuni y alrededores en Bolivia.

¿Qué Salar has visto?
Es lo que debéis preguntar a todo aquel que os comente que lo ha visitado, porque hay varios, según la época del año y, muy importante, la hora del día, lo digo por la luz y sus reflejos. Yo he visto el Salar en enero, verano aquí y temporada de lluvias, nada que ver con el de junio o agosto en el que no hay ni gota de agua y todo es pura sal y que es el más visto en imágenes. De todos modos es un paisaje único, que posiblemente no existe en ningún otro lugar del mundo.
Mi salar, –lo poco que he visto, porque tiene una extensión parecida a la provincia de Salamanca– estaba cubierto de un palmo de agua, y precisamente por ello tiene muchas partes que son inaccesibles, pero sinceramente no importa, es tan mágica la experiencia que el no haber visto unos cactus o una islita dentro de ese mar de sal me parece insignificante, además el exceso de droga es malo.
Mi Salar era un espejo en el cual se ve reflejado el horizonte, las montañas, el cielo, las nubes. Es una superficie extremadamente plana que no tiene fin, no lo abarcas con los ojos. Lo vi con luz de mediodía, con el sol alto y abrasador a pesar de estar a más de 3.600 msnm. Me cuentan que al atardecer es diferente. Lógico, cuando el sol se acuesta la luz se torna en un mar entre naranja y rojo.

Colchani, la sal es su vida
Ahora están de parón estacional. Llueve. Y su elemento económico está demasiado mojado. Colchani es un pequeño pueblo que tiene el monopolio de la sal en la región. Todo el mundo vive para, con y por la sal. Sus pieles están curtidas, quebradas por la luz cegadora, el aire helador y la salmuera. Debido al turismo también se dedican a hacer horteradas para el consumo guiri: un hotel de sal, mesas de sal, camas, sillas, figuritas absurdas, esculturas… Pura basura, con perdón. En cambio no tiene un centro de interpretación y los secaderos de los bloques están olvidados. En fin, nadie les ha enseñado.