martes, 13 de noviembre de 2007

Gartagena del mestizaje

Desde hace unos días estoy en la costa, primero Tolú-Coveñas y ahora Cartagena de Indias. Esto es Colombia, pero… también es el Caribe. Tierra de mestizaje. Es la Costa, los costeños, que dicen por aquí. Y claro todo cambia. ya no es el interior, limpio, ordenado, con miras al futuro. No, no, aquí de nuevo encuentro esa relajación de costumbres que había sentido ya en otros países bañados por estas aguas. la vida va más lenta, y el futuro importa menos. Son diferentes, nada más.

Hasta los redbull van con escolta
Música, televisores, todo lo que tenga buen precio en el mercado. Me lo contó el ex policía y hoy escolta que me llevó desde Tolú a Cartagena en su carro y fuera de servicio en ese momento. El transporte por carretera en Trailers (mulas, las llaman) de mercancías con cierto valor (redbull, por ejemplo) se hace acompañado de vehículos con hombres armados, de dos, tres y hasta cuatro carros vigilan los convoyes en su recorrido. Por los robos, por la guerrilla, sobretodo en la Zona Roja, bastión fuera de control del Estado.

La primera en la frente
Les escribí, no me contestaron. Les llamé por la mañana: "Hola soy JB, estoy en Tolú, ahorita salgo para Cartagena y quiero reservar una habitación sencilla. Llegaré a tal hora…" Así de fácil. Pues no, parece que hay gente que le gusta complicar las cosas y llegué al hostel dos horas más tarde de lo previsto –culpa del transporte y de los putos retenes de policía– y mi habitación estaba ocupada. Os podéis imaginar el mosqueo que me cogí. Era la primera vez que me ocurría y me sentó fatal. Me ofrecían una habitación compartida que no me apetecía. No pude pedir el libro de reclamaciones porque no existen. Me mandaron a otro hotel. No me gustó. pero me quedé

Uf, dónde me he metido!
Getsemaní, puro centro, mucha negritud. Zona dura. Zona de sangre esclava. a las afueras del Cartagena que vienen a visitar los cruceros, en la frontera de las maravillas que nos presentan los folletos de viaje, lindando con el poder, pero en el exterior de sus muros. Como corresponde a la servidumbre. Como siempre ha sido.
Te observan de arriba abajo. "Jorge, atento a tu cartera", me digo. Miradas oblicuas te persiguen. Ellos y ellas. Calles oscuras en ajedrez. Antros a media luz, mujeres en las esquinas. Guiris despistados…No me apetecía nada de ese rollo después de Tolú, purita tranquilidad.

Todavía hay clases, por favor!
Y aquí se notan. La ciudad grande está claramente estructurada, aunque posiblemente cada vez menos. Un centro histórico amurallado, cuidado y sede de instituciones y joyerías (pa´los cruceros, entendéis), el centro descuidado, casi arrabal, Getsemani; La Cartagena blanca, noble y con miradas al cielo, Bocagrande; otra zona de residencias, con calidad y una gran zona pobre, deprimida, crecida con la pobreza rural de ese Estado.

Qué bonito es Cartagena!
Sí, lo es. Arquitectura del XVI y XVII, cercada contra los piratas, balconadas con buganvillas, cierto olor a pasado español. las plazas, las iglesias… los toros. Bien cuidado, pintado con alegres colores. Sí, es un bonito espectáculo para los ojos. Y de ello se aprovechan: te dan el palo a la primera de cambio. Hay que preguntar siempre el coste antes de solicitar cualquier servicio, aún así te engañarán. Es lo que tienen los sitios turísticos: "hay poco movimiento de extranjeros" pregunté. "Sí, pero el 25 llega un crucero", me contestaron. Huid de esos lugares, son todos idénticos, da igual Mikonos, Grecia o Skagway, Alaska. Las mismas joyerías, los clones de las primeras marcas de moda. ¿De verdad, hay que montarse en un crucero para comprar los mismos pantalones Armani que venden a cuatro cuadras de tu casa? Absurdo. Eso sí, el pasado colonial de es barrio cartegenense no hay que perdérselo.

Champeta. Sexo sobre la pista
Me lo perdí. Todos me aconsejaban verlo, disfrutarlo. Otros se reían cuando lo mencionaba. Es un espectáculo. Es el baile típico de Cartagena y alrededores. Lo que empezó siendo un término de desprecio hacia la clase baja negra hoy es el ritmo más sensual y erótico que posiblemente exista en el Caribe. Se baila sobre una baldosa, sin salirse y restregándose hasta reventar. Se trata de calentarse. Sólo para ellos, entre ellos. Desde niños hasta ancianos. En la calle o en fiestas. La champeta es ya algo más que una danza, es una cultura. No estaba de humor esos días. No me apetecía ni bailar, ni entrar en un tugurio. Hay días así. Pero me jode no haber sido testigo.

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