



La primera sensación al pisar la tierra bogotana es de frescor, estamos a 2.600 msnm y cuando se habla de Colombia siempre hay que hablar de alturas: las tiene todas. La segunda sus altas edificaciones, de nuevo pisos, rascacielos, edificios. Increíble, os lo juro. Desde que abandoné España las viviendas en pisos habían desaparecido de mi visión, ha sido un reencuentro con el mundo moderno. La tercera, la cantidad de moteros y la cuarta las corbatas. De nuevo esa prenda que había desparecido de mis ojos. Multitud de hombres portando ese complemento, tan británico, tan extraño a este lado del mundo.

Son legión. ataviados con el mismo uniforme: chaleco reflector y casco, ambos con el número de matrícula. Es obligatorio y se cumple. En una moto puede ir una familia, un hombre con una mujer, un hombre o una mujer, pero está prohibido dos hombres. Por seguridad. Son famosos en los 80 los atentados con hombres a dos ruedas.

Mi padre decía que era la única prenda que "decoraba" al hombre, y que las demás son imitación de los femenino. Quizá tenga razón, sin embargo las he odiado siempre y nunca la he necesitado para mis cometidos profesionales. Llevaba meses sin verlas, desde el DF, y eso que allí no había demasiadas, de Centroamérica para que hablar: no existen. Bogotá está invadido, todo el centro son hombres trajeados, muy ejecutivos, de todas las edades y ellas con el clásico traje-falda. Muy formales; demasiado.


Aquí me doy cuenta donde he estado meses, estoy alucinado de la modernidad de este país y de sus gentes. No puedo evitar comparaciones, con México, Nicaragua. Por los extremos regionales, por lo que conozco. Hasta ahora no me había sucedido. Contrastar, verificar, equiparar. No paro



a miles, por todo Colombia y en la capital más. Son lo nuevos vendedores callejeros. Las calles están plagadas. El proceso es muy fácil. Te compras un celular, o dos o tres, y te pones en la calle con un cartel que lleve inscrito "minutos celular a 200, 300 pesos" y a esperar un cliente. La población tiene celulares pero los utiliza para recibir no para llamar. Cada país es un mundo en si mismo. cada país adapta los elementos de la globalización a su propia idiosincracia. Lo disfruto.
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