miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Potosí, debería existir?

La segunda ciudad a más altura del mundo, casi 4.000 msnm. Pasado glorioso y doloroso. Capital del departamento más pobre de Bolivia. Hoy subsiste gracias a la minería y al turismo. y en el fondo no debería existir, porque allí nunca hubo población alguna hasta que surgieron la minas, porque el oxígeno es un hilo, porque no crece nada, o muy poco, y el agua es un bien escaso. Los vientos la torturan y no existe medio de calentar más que importándolo, no ahora, sino de siempre. Y sin embargo residen más de 130 mil seres.

Calor, por favor
Busqué un hotel con calefacción, caro para Bolivia, pero confortable para mi. Odio pasar frío en interiores, y en el Altiplano entres donde entres no calientan, no se quitan la prendas de abrigo, compras un tour con chamarra, ellos también; quieres un café y te lo sirven humeante y casi con guantes… cenas con la chupa puesta. Y no lo entiendo – y no es por una cuestión de pasta, en Bolivia el gas es baratísimo, lo producen– es un problema de mentalidad, de no cambiar, de ¡como siempre hemos estado así, para que cambiar! Un negocio que genera plata debe poder dar calor ¡por favor!

Visita a la boca del infierno. Minería del XIX
Era casi mi único objetivo allí, visitar ese colosal termitero repleto de agujeros, bocaminas, ver de primera mano ese lado de la historia negra del colonialismo español. Me disfracé de minero occidental, allí visten todavía peor y me introduje, na poca cosa, 5 niveles, y a pesar de no ser claustrofóbico me emparanoié con lo del oxígeno, porque cada vez que hacía un pequeño esfuerzo notaba la falta de aire, así que estuvo bien no bajar más, donde las temperaturas llegan a 45 grados y no sé si llega el aire.
La minería allí practicada es antidiluviana, a pelo, sin casi maquinaria, hombres mal perpetrados y mujeres que buscan entre las piedras los restos. Hoy, apenas hay plata, se busca estaño y zinc. La coca y el alcohol etílico de 96 grados, repito, 96 grados, son parte de la dieta diaria. Muy triste

Iglesias hasta en la sopa
Llegó a haber 36, hoy muchas menos. Algunas son magníficas y su labrado de la piedra espectacular. Se pueden dividir en dos tipos las que miran al Cerro, para blancos y gentes pudientes y las que dan la espalda al Cerro, reservada para los indígenas, dado que estos tenían prohibida la entrada a las de los conquistadores. Están todos, los franciscanos, lo jesuitas. lo dominicos, las agustinas… Todos. Al olor de la pasta, lo de salvar almas les importaba un huevo, la cosa era pillar tajada. Es así, para que engañarnos.

Tarde de teatro
Lo vi anunciado ya en Sucre, verlo también en Potosí me atrajo. "Que venga el exorcista" anunciaba el cartel. Allí me fui, al cine teatro de Potosí, una sala antigua, asientos de madera y telón con agujeros…y fría, muy fría. Rodeado de bolivianos, familias, jóvenes, parejas, palomitas, perritos calientes y papas fritas. Me emocioné, como siempre que estoy en esos entornos, cada vez que veo a la población autóctona en su ambiente, con sus cosas, sus costumbres. Para mi ahí estaba el espectáculo y no sobre el escenario, por otra parte malísimo en la puesta en escena, en la obra, trabajo de actores… una ruina, pero para mi fue mágico ese momento.

Benditos sean lo carros, nuevos
Así venía a decirlo el alcalde, fue el acto de entrega de las nuevas vagonetas policiales. La última vez fue allá por los 90 y ya era hora. El discurso, plagado de datos económicos, de gastos y de los grandes valores de las fuerzas de orden. Tal acontecimiento atrajo a todas las fuerzas vivas de la ciudad, concejo, autoridades militares y eclesiásticas e incluso a la banda de la policía. Fue una inauguración sencilla.

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