viernes, 15 de junio de 2007

Camino de México. Adiós al inglés

Estoy en el Pulpo Loco, una verdadera cantina mexicana, en Maricopa, pequeña ciudad de Arizona, a 30 millas al sur de Phoenix. Puro desierto, un aire abrasador, a mi me da la sensación de no poder respirar pero Polo me dice que eso no es nada, que el calor todavía no ha llegado.

Apellidos españoles que no me entienden
Mi trayecto arrancó en Flagstaff en un autobús conducido por Martínez que no sabe nada de español, el billete me lo vendió la señora Pérez que sólo sabe decir "buenos días" y "buen viaje" con un horrible acento gringo. Cuando llego al aeropuerto de Phoenix tengo que preguntar cómo puedo ir a hasta la ciudad donde coger el tren que me lleva hasta El Paso, pregunto a Gutiérrez, que no puede esconder ni disfrazado su pasado mexicano, y me contesta en inglés que no tiene ni idea. No habla ni jota de español. Al final tendré que tomar un taxi conducido por un iraní. Estos apellidos son de los chicanos o de los hijos de chicanos, que siguen portando su pasado mejicano pero que se han olvidado de su procedencia, que se avergüenzan de sus raíces y que no quieren tener nada que ver con las oleadas de compatriotas que han venido en los últimos años. Arizona, Nuevo México y Texas están llenos de ellos.

Polo, la raza, el payaso y una cantina
En Maricopa mi espera es de 7 horas hasta que llegue el tren. Esto no es una estación, es una parada, es una casa prefabricada que no abre hasta las 9 y media de la noche. Imaginaos que os dejan en verano en el desierto de Almería a las cuatro de la tarde. Os queréis morir. El Pulpo Loco me ha salvado. De entrada una Corona en dos tragos. Otra Corona. Narcocorridos, música a tope, televisor encendido, sólo mexicanos. Polo me atiende, parece el propietario, lleva poco en los EEUU, antes trabajaba en el circo, de enano, de payaso, de lo que hiciese falta, a él no le engaña nadie sobre su procedencia, conoce todo el país. Odia a lo chicanos porque reniegan de su pasado, de su "raza". Te han dicho que pasa a las 22.15 pero es mentira antes de la 23.30 no pasa nunca. No le acabo de creer. Tendrá razón. Es domingo, y según pasan las horas van circulando familias que celebran con una cena su día de descanso, yo mientras tanto escribo, edito fotos junto a un ventilador ensordecedor y acompañado de unas ricas chelas. Ceno. Me despido y a esperar a los siempre impuntuales trenes estadounidenses.

Una noche más de tren, algo de lectura, sentado junto a una joven negra con una piel preciosa, de terciopelo , que me gustaría a acariciar, decirle "me permites tocar tu brazo, pasar mi dedos suavemente por toda su extensión" No me atrevo, no recuerdo haber tocado una piel negro. Luego dormir, si se puede llamar así lo que ocurre con el sueño cuando se está on the road.

¡Por favor, que ansiedad por hablar mi lengua!
En El Paso todo va muy rápido: caminata de 10 minutos, boleto para Ciudad Juárez y después para Chihuahua. Cruzo la frontera. Sin control de salida. El de entrada consiste en apretar un botón a una especie de semáforo que indica pasar o parar. No entiendo por qué a mi me indica verde y al viajero anterior le indica rojo. Sólo hemos apretado un botón. La autopista hasta Chihuahua es una gran recta de 375 km a través de estepa, desierto con algunas zonas de regadío.

Chihuahua, central camionera, que así se llama la estación de autobuses. Sacar pesos en un cajero de del Santander, todo deprisa, un señor me acompaña hasta el taxi y él pregunta el precio. Barato. Al hotel donde he quedado con EH. Ella ya está allí. Una ducha, paseo, helado. Capuccino en el Calicanto, único café en el centro con sillas en el exterior. Tormenta de cinco minutos, la cola de los huracanes del Caribe, me explican. Español por todas partes. Ni un turista. En casa, me siento en casa. Relax. Controlo la situación. Cena en la antigua casa de la amante de Pancho Villa, decenas de crucifijos te hacen creer que estás en la casa del Señor. Taquitos. Margarita. ¡Qué subidón! EH se va a la cama. Yo trabajo hasta tarde, es la costumbre.

Qué es amor, qué es un sueño
Me despierto a las siete, con el canto de los periquitos, las ninfas y otros pájaros que revolotean en el jardín del patio. Estoy en Jardín del Centro, un hotel sencillo. Pero no ha sido ese trino, el primero en dos meses, lo que ha desvelado mi corto descanso. Sólo 5 horas. Ha sido un sueño, un sueño feo, de resaca sin alcohol.

Estaba en mi despacho, sentado y charlando con AF y DA, de pie y frente a mi, cuando aparece SEV, acalorada, con el pelo recogido y los labios rígidos, llevaba una carpeta en el brazo y contra el pecho. Una segunda mano se agarraba a la carpeta. Hay tensión. AF y DA se fueron y mi visita me miró amenazante y me preguntó "Qué pasa", "A qué te refieres" le contesto. "Sí, que qué pasa contigo, por qué no dices nada" Mal rollo, me dije. Lo mismo puedo decir de ti, yo tampoco sé nada de ti, tú nunca cuentas nada, siempre estás presente y en el fondo no sé nada de ti y no sé lo que pasa por tu cabeza. El diálogo continúa por esos derroteros un buen rato hasta que me suelta: sabes que cada vez que veo un libro pienso en ti; sabes que cada canción que escucho, cada disco que compro pienso en ti. ¿Lo sabes? "No" le contesto. Pero para decirme eso tan bonito me tienes que montar la bronca que me has montado, tienes que venir aquí tan agresiva. Cómo puedo saberlo yo, si los monosílabos son tus frases más largas. Me desperté. De mala hostia. Con resaca sin haber bebido. Eran las siete, EH dormía plácidamente en la otra cama . Los pájaros trinaban. Horas antes AVS, que también había estado unos días fuera, me decía que me veía en cada esquina por la que andaba, que me sentía ante cada semáforo, que esperaba chocarse conmigo, toparse en algún café que tanto frecuento. Sentía por primera vez mi dolor ante mi impotencia con el inglés. Se imaginaba como era yo en mi papel de viajero. Pensaba en mi, soñaba conmigo. Esto es realidad, esto es amor. ¿Lo otro?, lo otro, es sólo un mal sueño, un silencio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola George!!!
Segunda vez que te escribo, aunque no se que ha ocurrido con el primer comentario...probablemente se quedó al otro lado de la frontera. Esto tiene buena pinta, pero esos sueños... Yo creo que en vez de entrar por Ciudad Juarez tenías que haber entrado por Tijuana. Ya sabes lo que dicen: Welcome to Tijuana, tequila, sexo y...

Un besazo.

Jorge Bonilla dijo...

Hola Mariajo, que alegría tenerte aquí. Los sueños son los que son, yo no puedo cambiarlos. Cuando empiece con la Mota seguro que desaparecen. Besos.