miércoles, 19 de diciembre de 2007

Manaus, sí que es una belleza

Se equivoca la Lonely Planet, a la que sigo con adoración, al tildar a esta ciudad de no romántica y de belleza poco atractiva, a mi me ha parecido apasionante. Una urbe de dos millones de habitantes en medio de la jungla no puede ser otra cosa, una ciudad que tiene como ´catedral´ un teatro, el Amazonas, en el que actuó Caruso y María Calas ; una metrópoli con una arquitectura modernista exultante no es cosa baladí, aunque la mayoría de sus edificios estén en la ruina, destrozados y llenos de maleza en su interior, o, quizá por ello, hacen a Manaus un destino hermoso, sin contar que es un punto de partida ideal para explorar el corazón de la selva amazónica.

Caruso nunca actuó en Manaus
La leyenda dice que sí, que actuó y hasta que reventó los cristales del Teatro de Opera, pero la verdad es que no, que se negó a cantar por el exceso de calor y por la humedad que le agobiaba, otras fuentes dicen que también enfermó. Lo que si es cierto es que se represento la ópera de Verdi, Ernani. Eran los tiempos de esplendor económico y miseria humana que produjo el descubrimiento del caucho: se bebía más champán que en París, y se esclavizaba y mataba indígenas como mosquitos.

Amigo/as de Hostel
Hasta ahora no me había pasado: encontrarme con tres españoles y mujeres. Dos, catalanas Sita y Alba viajaban juntas, con bajo presupuesto y mirando, las pobres, hasta el último céntimo. Me acompañaron al banco, les invité a comer y me regalaron un pulsera. Unos soles. La tercera, Susana, vasca de Burgos, una vo preciosa, me encandiló, viajera solitaria desde hace muchos años. A ella también la engañaron. Ricardo, agachado, el rasta, mi amigo brasileño, se portó conmigo de maravilla. Me ayudó en toda la trama de engaño. Falamos mucho, él en portugues y yo en español. Cuando la gente se quiere entender se entiende. Un abrazo a todos. La que falta es una suiza cuyo nombre no recuerdo, hablaba español y hacía calceta.

Encuentro das aguas
El Amazonas tiene muchos padres, allá donde vayas te dirán que este río comienza allí donde te encuentras. Para los peruanos arranca cerca de Iquitos, donde se juntan el río Marañón con el Ucayali y después estos dos con el Napo. Si estás en Manaos te dirán que efectivamente el Amazonas arranca allí, porque anteriormente es el río Negro que viene de Perú que se junta con el Solimoes que procede de Colombia y Venezuela. Esa unión es en si un espectáculo. Y se va para disfrutar como unas aguas negras como el azabache, más calientes y por tanto más espesas tardan en mezclarse con otras marrones más frías y más ligeras. Esa diferencia de densidades es una frontera a la mezcla que finalmente ocurre por el transcurrir de las aguas.

El río de la vida
El invierno pasado leí un libro de Javier Reverte sobre el Amazonas, "El río de la desolación", me aburrió, es una crónica desde Chivay, Perú, –donde teóricamente nace el riachuelo que luego se convertirá, a través de sus miles de afluentes, en la mayor lengua fluvial del mundo–, hasta casi su desembocadura en Belén, que no pudo terminar por causa de la malaria. El relato está aderezado de datos históricos y de la perversa y asesina colonización occidental, es decir, consulta bibliográfica. Le falta pasión, vivencias, las cientos de historias que transcurren en un viaje de ese tipo navegando durante días y atracando en puertos imposibles. Ese algo que estoy viviendo yo estos días rodeado de brasileños, colombianos, peruanos y viajeros del hemisferio Norte. Una convivencia cercana, intensa y nueva. Mañana más.

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