domingo, 10 de junio de 2007

Querido Diario. Tres noche en Las Vegas más una



Primer acercamiento al pecado
he estado cuatro noches en Las Vegas, bueno tres más una, luego te explico. Llegué por la tarde cuando el sol más castiga. Fuí a mi albergue, tome un baño, comí algo y publiqué mi crónica sobre L.A. antes de enfrentarme a lo que aquí denominan Sin City, la ciudad del pecado. Estaba entre inquieto y espectante ante el hecho. Salí a las doce, de negro, como la noche, atravesé un barrio lleno de coyotes, jóvenes negros al acecho, también borrachos, también mendigos, pero estos no eran como los de las calles de SF o L.A., no, estos están a la caza. Subí la avenida con paso firme, sin detenerme, sin escuchar sus voces, sin mirar y mirando todos los rincones. Olisqueando el peligro, con el rabo entre las piernas. Como un perro. Maldigo las chanclas, añoro mis botas. Dónde me he metido. Moteles baratos, aceras en obras. Aquí si hay riesgo. Los primeros neones, me estoy acercando al antiguo centro de la ciudad, donde surgió el mito, cuando el apodo de esta ciudad tenía sentido. Hoy es una zona en decadencia desde que el foco de juego y los hoteles se fueron más al Sur, a Las Vegas Boulevar. Estoy en Freamont Experience, rehabilitado desde hace un par de años para hacerlo de nuevo atractivo. Sigo como un perro, atento, olfateando lo que allí se ofrece, más tranquilo, ya saboreo las luces. Es un circo de color. Calle arriba, calle abajo, no es muy grande. Entro en locales, maquinas y mesas de juego, poca gente, ya es tarde y lo peor, es lunes. La adrenalina se dispara los fines de semana. Todos son iguales. La mismas tragaperras, sus insoportables sonidos, las mismas mesas, cambian únicamente el color de los tapices. Me apuesto ante ellas, no entiendo nada, sólo veo a gente perdiendo dinero. Un asiático se deja 40 pavos en diez minutos, un yanqui 100 en cinco. Las colinas de fichas de los jugadores se quedan en llanos para ellos y en montañas para la banca
¿Dónde está el morbo? No lo entiendo. Ellos seguro que tampoco entienden por qué a mi me gustan tanto los porros. Todo el personal de uniforme: tonos oscuros, en riguroso traje los que mandan, sus subalternos en chaleco y ellas, da igual su edad, con obligada minifalda. Cada sala, cada pequeño casino es un calco del de enfrente. Aquí se puede fumar, pero no huele a tabaco. Aquí puedes cogerte la cerveza, o la margarita y llevártela a la calle. Estamos en Nevada. Otro Estado, otras leyes. Poco más da la noche. Son las dos y tengo que pasar entre los coyotes Me retiro.

Conocer la jungla, controlar el territorio
El segundo día me levanto tarde, me quedo sin desayuno, excursión al 7eleven, café, zumo y donuts. Tomo el sol, me baño, leo a Steinbeck y en la orden del día del albergue pone "cena a las siete, 5$" Espero y luego no hay. Blasfemo. Salgo pitando porque quiero pillar la luz de la tarde, cuando cae el sol y las sombras crean las formas. La mejor. Cojo el "Deuce" el autobús del Strip. Los primeros españoles, su ropa y su inglés les delatan. Autobús de dos pisos, arriba, primera línea. El propósito para hoy es recorrer la calle pateando, ver los exteriores. Mucho viento. Aire del desierto. La arena se mete en la boca, en los ojos. Las aceras desaparecen y te llevan por puentes y pasadizos a través de los hoteles. Saltas de uno a otro sin pisar la calle. Hoy son cientos. La jauría humana en busca de sensaciones, de gastar su dinero. Cámaras, decenas de cámaras. Disparos, flashes. Te apartas, busca un ángulo y si alguien te ha visto ya tienes a la marabunta siguiéndote con sus objetivos. Da igual lo que enfoques. La masa no piensa, sólo actúa imitando parámetros. A la segunda cerveza, pensamientos sucios. Busco vicio. No veo pecado. Todo es muy comedido. Las luces me impresionan, tanto neón tiene algo mágico, fachadas que pasan del rojo al azul y de éste al verde. Decenas de espectáculos que emborrachan mis ojos. En las sombras, latinos ofreciendo servicios de señoritas. Sigo mi camino, entro en alguno de los grandes, donde la vista no alcanza el final de la sala. Inmensos salones, interminables pasillos. Miles de máquinas. Yo no me siento ahí ni harto borracho, ni aunque me paguen, me sentiría el más desgraciado de los humanos. Son las doce, he llegado al final de la avenida, pregunto cuanto cuesta un espectáculo, Fantasie, el mas "sensual" del Strip, 54$. Empezaba a las 10.30 pm. "Ah, pues vendré mañana". "Enjoy it" me contestan.
Inicio la vuelta, me tomo una margarita, hace rápido sus efectos. A mi lado se sientan dos maduritas, alemanas, no me descubro hasta pasado un buen rato. Buscan aventura, guerra incluso, van vestidas para ello, a su edad cerca de los 50, no son usuales los escotes tan marcados y los muslos tan visibles, fuman, beben, una me da morbo, la otra nada. La que no, me mira insinuante, la del morbo ni se fija en mi. Gastan sus dineros absurdamente, las barras de los bares también tienen máquinas incorporadas –no te puedes esconder del vicio–. Introducen los billetes, teclean sin sentido y luego preguntan al camarero qué cómo funciona. 20 $ cada una. Absurdo. Se van. Tschüss, viel Spass. Adíos, que os divertáis. Yo también me voy, la margarita y el deseo me han abierto el apetito. Tengo que localizar uno guarro, perverso. Localizo. Me entran sudores. Son las dos, me retiro, bus de vuelta y de nuevo a pasar por la avenida de los coyotes. Hay pocos, llego pedo, pero sano a casa.

Hoy sí, de hoy no pasa
Con ese pensamiento salí de casa, hoy más temprano, porque quería subir al gran totem de la ciudad, la Stratosphere Tower y desde allí pillar el final de la tarde, el principio de la noche. Mi cámara da para poco pero había que intentarlo. Disparé decenas de veces, pero la foto que buscaba no sé hacerla. Es una imagen que refleje el concepto de ciudad americana del cual hablaba el otro día: un centro con rascacielos y luego cientos de hectáreas de casas unifamiliares de uno o dos pisos. Y además en Las Vegas, con un desierto implacable y rodeado de desgarradas colinas.
Hoy iba a ser un día iniciático, quería visitar un espectáculo, de esos a los que van los hombres, sólos o en grupo, que consiste en ver a una chica contornearse mostrando todos sus encantos mientras machos babeantes introducen billetes de dolar entre sus ropas: un striptease. Pero primero me tenía que emborrachar, tenía que superar la vergüenza. Una cerveza callejera, luego en el Bellagio Resort, uno de los hoteles más lujosos. Un par de vueltas, vi, oí, que en uno de los bares pinchaban música negra. Había que pasar la entrada con portero que observé miraba a los clientes de arriba abajo. ¿Daré la talla? Me miro el calzado, sí. "Una margarita, please" "No tenemos" me respondío una camarera a la que explotaban las tetas, "Pues, un gin tonic" Había ambiente, mucha gente, hablaba, gritaba, cantaban.
Una rubia, mona, con la cual había habido intercambio de miradas se me puso a hablar, no entendí ni una sola palabra. El mayor de los ridículos. Me quería morir. Me volvió a preguntar algo. Nada de nada. Su amiga negra, bailaba rozándose con uno, al rato vino y también me dijo… ¿qué…?, respondí. Tierra trágame, al final, claro pasaron de mi, nos hicimos un par de fotos y Good Bye. Me puse a bailar, estaba animado. Entran dos negras tremendas y una de ellas viendo mi ritmo me toca el culo con la mano, se arrima y roza su trasero con el mío. Me habla y ¿qué…? La misma cantinela. Sin palabras sólo hay adiós. Sigo a lo mío, bailar, entran otras dos negras más menudas "Eh, guy" me acaricia el brazo una. "Bueno, qué pasa conmigo" me pregunto. Hablamos y al final después de un diálogo de besugos le digo que aunque no hablemos podemos bailar, "¿En que hotel te hospedas?" me dice. "No, yo estoy en un albergue", le respondo. Se acabó la conservación, se acabó el bailoteo. Era una buscona. Eran dos putas en busca de un guiri borracho. Yo a lo mío, sigo bailando. En la otra esquina bailan unas cuantas chicas que me están poniendo a cien. No me acerco. Otro gin tonic a otra camarera que también la explotan los senos por encima de la puntillas del sujetador blanco y del corsé negro. Entra una asiática, lo mismo, me roza, me habla, otra buscona, paso de ella. Las dos primeras negras, las tremendas, salen, se acercan a mi, me sonríen, se paran, las miro, rozamos los traseros. Se van. No hay palabras, no hay tema. Estoy con marcha, estoy semipedo, sigo bailando. Otra negra, grande, gorda, que no he visto hablar me roza, me agarra por la cintura. Lo mismo. La sonrío y le digo bye, bye, muñeca.
Salgo bastante pedo y con los pies destrozados, me los miro, tengo ampollas. Qué hago con el "hoy sí, de hoy no pasa", pues que paso, estoy borracho, cansado, son las tres, me cojo el Deuce y al albergue. Adiós Striptease, adiós chicas desnudas, adiós carne. Otra vez será. Hoy paso de los coyotes. Ni les miro. Voy descalzo y con los pies destrozados.

Tres más una. A la cuarta la vencida
Me levanté echo polvo, con resaca y la garganta jodida por haber fumado un paquete entero. Hice el check out después de la hora, multa de 5 $. Sin desayuno. 7eleven, café, zumo y donuts. Tengo todo el día por delante, mi autobús no sale hasta la 10 de la noche. Me baño, leo, salgo a hacer un par de fotos. Vuelvo, a las ocho y media me voy hacia el aeropuerto. Lento como no he visto nunca, mil paradas, bronca y pelea en el interior. Llego a las diez menos cinco. Aquello es inmenso. ¿De dónde sale mi autobús? No lo encuentro, lo he perdido. Vuelta al hotel. Check in. Pago con tarjeta. No miro la cantidad. Habitación privada. Trabajo hasta las seis de la mañana. ¡Guai, una crónica más! Duermo tres horas, Check out. Miro la factura: ¡me ha cobrado 4 noches, las tres que ya había pagado y una más! No me devuelven la pasta. Bronca. Si quiero un vale, bien, si no, nada. No quiero vale. Quiero hablar con el encargado. Toc, toc, abre la puerta, le cuento mi problema, no hay devolución. No doy crédito. Pasa por ahí uno que trabaja y habla alemán. Todo se soluciona, que escriba un email y me lo reintegran a mi cuenta. Respiro. Llamar taxi, no llega. Llega. A la estación de autobuses. Llego. Me pide más propina. No discuto. se la doy, me quiero ir. Es la una y media. Por fin me voy de Sin City, la ciudad el pecado.

La imágenes de hoy no tiene nada que ver con el tema pero son un homenaje a lo que más me ha gustado de esta ciudad: sus rótulos, los neónes, los antiguos y los nuevos. Un mundo de color, una ciudad de fantasia. Por el diseño, por mi.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"¡guarro - eres un guarro!"
(jamón, jamón)

Anónimo dijo...

Qué agobio. Me voy a
apuntar a un intensivo con inmersión e implante lingüístico cerebral. Mi más absoluta solidaridad. Ríete.

Anónimo dijo...

Es cierto que puedes estar un poco Lost in translation, pero con tanto camino como te queda por hacer... quién te dice a ti que no te aguarda algo como esto: http://www.youtube.com/watch?v=jZRECWcW89 (bendito cine / madito cine)
Cuidate.

Anónimo dijo...

en este enlace el sonido es mejor

http://www.youtube.com/watch?v=mP9_LngFzPc&mode=related&search=

farmabur dijo...

Carta, carta, otra carta y una cuarta que te guardas en la manga. Sin mirar las descubres. Ni una triste pareja. La banca te desplumó. Otra vez será. ¿Dijiste que no sabías jugar?. ¡Sigue jugando!, otro día ganarás.

Anónimo dijo...

Bienbenido al lado salvaje. Haga su apuesta y duerma tranquilo despues.Cuando has visto una vez el infierno no es posible olvidarlo.El infierno reside en lo mas intimo escribio un austriaco, y un frances le contesto que el infierno eran los otros. Que mas da, no se le pierde el miedo de ninguna de las maneras, pero situarlo ayuda a evitarlo cuando las fuerzas flaquean y a enfrentarlo cuando la audacia te embriague. Triunfar es salir indemne. Es curioso que Las Vegas atraves tuyo, suscite mas comentarios. La mayoria debemos ser unos pobres diablos, unos con la autoestima mas alta y otros errabundos. Tu tambien le has puesto mas color y mas veloz.
No te lo juegues todo por favor, guardate algo para despues, para ti solo, para nada. Mejor que cuando, como, quien; sera quiero y puedo. Jorge para follar no hay porque hablar, seguro que tampoco en las Vegas.La carne y el ego se acompañan pero son cosas distintas. Beso.Queda mucho, animo.

Anónimo dijo...

Magníficos, los rótulos y los neónes. Si Nikola Tesla lo supiera. Fantásticas, tus fotos.

Jorge Bonilla dijo...

Pues eso, Lost in traslation. Y con música y con Los Jesus & Mary Chain. Si pudiese poner música a cada una de mis historias, ya sería más de lo más.
El juego de la conquista también he de reaprenderlo, hace ya tanto tiempo...
Estoy en mexico y ahora, lo siento, todo va a ir más lento con el blog

Anónimo dijo...

por? qué tiene México que no haya tenido los EEUU?

Anónimo dijo...

Definitivamente esa Silvia no soy yo. Cuando te contesté ayer el mail no había leído este mensaje, pero hoy lo he buscado y, después de leer las odiseas que te ocurrieron el último día,antes de poderte marchar de la ciudad del pecado,a las tetonas ya las tenía olvidadas del todo...que encima de perder el bus, cobrarte de más y pagar doble propina, ni tan siquiera pecaste. Más que guarro yo te llamaría "tolón" y con cariño, así que para otra vez que coincidan los nombres, ya sabes. Pondré solo Sil, como el río.
Me sigues dando envidia. BESOS