

Esa es la máxima. Una ley no escrita en el Amazonas. Nos lo advirtió Marcelo, 45 años, por la noche desaparecía de su hamaca. "Todo acaba cuando tocas tierra", confesaba Joao, Juan en español, como le gustaba decir a él, 20 años de pura testosterona y que nos estafó algunos reales por movidas porreras. Pero vayamos por partes.


No hay más que decir, y no seré yo él que desvele lo que allí sucedió, no a mi, que me da igual, sino al conjunto, a los pasajeros y tripulantes de ese trayecto. Es una cuestión de respeto. Y además creo que está bien que sea así: todos sabemos de paraísos perdidos por culpa de la publicidad, la información y los operadores turísticos. Todos nosotros hemos oído de casos de personas que viajan a lugares por motivos perversos, desestabilizadores o especulativos. Por ello la ley del silencio preserva de dicha contaminación tantos lugares o espacios, y éste, os juro, es uno de ellos. Esa ley permite que esos trayectos permanezcan virgenes: a los malos los echan, como sucedió con Norberto. El respeto es la garantía. Hay que dejarse llevar, no buscar porque encontrarás.

1.600 km de recorrido fluvial remontando el Amazonas. Primera etapa, 1.100 km de Manaos a Tabatinga (frontera de Brasil con Colombia y Perú) 7 días de ensueño en el Fenix, embarcación con casi 200 pasajeros, mucha mercancía, siete tripulantes y algunos estibadores–pasajeros, que pagan parte de su pasaje descargando. Segunda etapa, 500 km en lancha rápida, de Tabatinga hasta Iquitos, 10 horas en un recorrido que normalmente en barcaza se realiza en 52 horas. Tenía prisa, las Navidades se acercan.

Mi nave, un viaje en si mismo, un tripi que dura 7 días con/sin efectos secundarios, ¡yo que sé!. Un subidón de perica, un hongo alucinógeno. Una dosis de hierba que te transporta a mundos que sólo existen en tu cabeza. Morfina pura sin crear dependencia. Un éxtasis sin meterte nada. Un viaje sin drogas, limpio, sano, donde la convivencia es el mejor colocón. Un viaje astral sobre la superficie de un río.

43 m de eslora, 7,8 de ancho. Un lujo de embarcación y no una embarcación de lujo. Ni gratis lo cambio por un crucero transatlántico. 4 camerinos, uno de ellos el mío, y un bosque de hamacas. en la segunda cubierta, bajo techo. En la primera todas las mercaderías y algunas hamacas. Rodeado de indígenas, brasileños, colombianos, peruanos y viajeros del hemisferio Norte. No se admiten turistas, sólo viajeros. Hay escalas, como buen crucero, pero no para comprar Armani, DG o joyas de Bulgari, no, sino para desembarcar huevos, refrescos o colchones, o para beberte un agua de coco y comprar a escondidas una botella de cachaza. Paradas en puertos sin puerto, a cualquier hora, cuando se llega, que siempre es incierto. Abordajes pacíficos en medio de la noche, para que suban más pasajeros o baje algún indígena.

Toca levantarse a la 5.30, desayuno a las 6, hacer cola, comedor con 20 plazas y va por turnos. Tiempo de asueto, recreo, lavarse, charlar, mirar, observar, o volver a acostarse si se ha dormido poco. El almuerzo a las 11,





Principalmente estar tumbadas, sobretodo las mayores, que no se separan de sus bultos, aunque en Brasil no se roba tanto como en El Perú…, cuentan. Los más jóvenes, en cambio, suben más a cubierta a beber, ligar, jugar a las cartas o a ver la televisión. Los niños, a lo suyo, jugar y jugar, cuando sus madres lo permiten Y los padres? Cuando existen son casi siempre autistas respecto a su vástagos. Se lee? Sí, la Biblia, los testamentos, allá por donde miras es la principal lectura. Se habla? Mucho, español, portugués o portuñol. Se vaguea? Todo el tiempo. Aunque yo aproveché las noches para adelantar trabajo, sacar fotos de los paisajes, de los poblados y de lo que allí ocurría.



Sobretodo agua, marrón, llena de maleza, jazmines acuáticos y con algunos troncos que golpean el caso. Selva, a los dos lados, distintos verdes, tamaños diversos, a menudo da miedo plantearse quedarte colgado; se ven pequeñas plantaciones de yuca, banano, cocos y otras plantas que desconozco; se ve paisaje humano, con sus viviendas, sus medios de transporte y sus costumbres. No se ven animales, se oyen ruidos extraños. Se ven llegar las tormentas, se ve cómo se alejan, se ven puestas de sol, se ve el sol y las numerosas estrellas sin contaminación lumínica. No vi la luna, fueron noches sin, la vi en Tabatinga como ya os explique en el capítulo fases de la luna.
1 comentario:
Jorge me llevo al pasado que no mas volve, pero em mi conciencia permanece intacto como describe "Lo que pasa en el barco se queda en el barco" mis amigos escucharam mi cuentos como de el colombiano las lindas chicas como Emma e Vicky se fue um intercambio que jamas terei igual, te encontrei por meio do facebook de emma e depois de gabriel dominguez, peço te que que manteña el contacto, muy me agrado e me agrada te-lo conocido !
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