



En 1909 Valdivia sufrió un incendio que la arrasó y se llevo todos los vestigios de su pasado. Decidieron reconstruirla para lo que empezaron a utilizar durante décadas el hormigón y el ladrillo, pero en 1960 un terremoto –el más intenso del que se tenga registro– la tumbo. ¿Toda? No. Sólo la de hormigón, la ciudad de madera se mantuvo, porque la madera se mueve, se moldea. Un experto en desastres me comentó en Puerto Cabezas, Nicaragua, que los terremotos son más solidarios con los pobres que con los ricos, binomio madera hormigón, en cambio los huracanes son unos pijos y no se apiadan de los desheredados, la madera se convierte en papel de fumar y vuela, vuela. El hormigón aguanta.

Valdivia tiene un hermoso río, el Calle-Calle y una larga costanera (malecón) que lo acompaña a lo largo de su trayecto urbano, y al final en la parte más céntrica, un mercado plurifuncional, por la mañana, pescados y otros alimentos, y por la tarde artesanía. Sin embargo, en torno a él durante todo el día hay unos extraños visitantes: lobos de mar, sí, animales de aguas saladas que viven en un río. La razón es que les alimentan con los retos del pescado que se vende. Lo que no sé es cómo pueden mantenerse en aguas dulces animales de aguas saladas. Lo pregunté y todo el mundo me respondía "es que les dan de comer", pero eso no lo preguntaba yo…

Sinceramente lo tenía, desde que abandoné el Amazonas, Iquitos, antes de Navidades, no disfrutaba de verde intenso, salvo la excursión a los Yungas en Bolivia. Tenía mono. Me apetecía pasear, respirar el aire húmedo, bosques, vegetación. Me fui al Parque Oncol, un bosque valdiviano, un bosque siempreverde, nombre que describe un grupo característico de arbolado, con numerosas clases endémicas. Eramos un grupo pequeño y cada uno se fue por su lado, me aburrí de andar y no compartir.

Pensé que sólo se veía en el Hemisferio Norte y resulta que en el Sur se ven más a menudo, así al menos me confesaron. Ya no les sorprende. La luz era tan extraña que se podía ver hasta Saturno con su precioso anillo. Lo vi a través de un telescopio, en la costanera de Valdivia; un historiador se sacaba unos lucas (durillos) con su instrumento cobrando por mirar, me prometió un par de imágenes. Nunca llegaron, así que las he robado de la red. Si observáis no es el mismo que viste vosotros porque la evolución del eclipse es diametralmente opuesta. El sol, por cierto, también sale aquí por el Este, pero por la izquierda y no por la derecha como en el Norte.
7 comentarios:
Hola Jorge. Tengo 40, niño y niña. Pastor alemán en el jardincito de mi unifamiliar con hipoteca a treinta añicos. Trabajo aburrido a 40 kilómetros mitad en coche y la otra en cercanías. De Barcelona. Lo más lejos que voy es a Andorra en ocasiones. Me gusta tu viaje. Tu blog también, pero me gusta tu viaje. Me mete dentro. Me gusta que me digas (muchísimos días solo hay un 0001 en el contador de la derecha) hasta que no tienes ganas de decirme nada.
Un abrazo.
Diego.
Gracias Diego. En el fondo me emocionas, de verdad. El niño… la niña… tu perro… el jardín. Es otra vida que a veces también añoro. Lo único que no te envidio es lo del trabajo aburrido y tu transporte. Yo, si me aburro me voy: no rindo, no creo, me angustio y me deprimo. Mi vida no es mejor que la tuya, Diego, es diferente. Cada uno elegimos nuestro sendero. Y soñar también es lindo. Hazlo! contigo y con tus hijos.
Un fuerte abrazo
Si, en los sueños tienes lo que quieres tener, en ellos solo mandas tu y quien disfruta con ellos. Son necesarios para salir del tedio y yo los recomiendo en lugar de tomar substancias que intentan ser algo parecido a ellos. En 15 minutos o media hora puedes disfrutar más que en unas vacaciones, y estar en el lugar que más te guste. Siempre he pensado que los ricos tienen menos capacidad de soñar que los pobres, porque están acostumbrados a comprarlo todo, sin embargo, un pobre sueña con tener algo que va a tardar en llegar y si llega disfruta el doble durante mucho más tiempo que un rico. Eso lo aprendí hace mucho.
¡Qué difíciles y qué bonitas las fotos del eclipse!
Creo que ese precioso bicho del calle calle, llamado lobo de mar, pertenece a la familia de los Otariidae, mamíferos marinos cuyos ancestros vivían en la tierra. Abreviando: en el curso de la evolución se han ido adaptando al habitat agua. Y lo importante es el agua, no el contenido de sal. Es más, para sobrevivir en aguas saladas, estos mamíferos han desarrollado unos riñones muy especiales (renculi) para poder excretar el exceso de sal.
como se ve en el mapa de tu ruta real como tu recorrido llega a su final. Ahora sólo te queda agarrar un barco en Ushuaia que te lleve a Reykjavik (está a la vuelta de la esquina, mejor dicho, del globo, y más en tiempos del calentamiento global) y desde allí haces la paneuropea (¡a qué es buena idea!) desde el cabo del norte hasta Algeciras. Luego te queda Africa, claro. Pero ese es otro viaje.
Buenísima idea, Marion. Me lo financias o buscas quién me lo pague? Porque a mi se me ha acabado la plata!!! Una pena.
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