lunes, 4 de febrero de 2008

La Paz, sube y baja, sube y baja

La consigna, anda despacito, come poquito y duerme solito, al menos los primeros días. La Paz es agotadora, no es su culpa, es así, una ciudad metida en un cañón, entre cerros, no apta para cardiacos. La Paz te ahoga, al menos a mi. Sus 3.600 msnm imposibilitan cualquier acelerón, lo pagas al instante, jadeas y sientes la falta de oxígeno. sube y baja, sin pausa. Ni pagándome por vivir residiría en esa ciudad, y sin embargo la habitan más de un millón y medio de personas, la mayoría con un amplio tórax.

Guirilandia
Curiosamente está siendo Bolivia, el país, de los visitados, donde estoy encontrando mayor número de extranjeros. Mochileros en general, con gran proporción de franceses, suizos y alemanes. Españoles, ni uno. Los hoteles están llenos, los albergues más. Y por qué se viene a Bolivia? Por la cultura? Por los increíbles precios? Se buscan pueblos milenarios.? La erótica del Movimiento de Evo Morales? Por qué es Bolivia un destino turístico? No lo sé! O es por todo ello junto? Puede ser.

Los cerros, sus vestidos
Son nuestras colinas, las faldas de nuestras montañas. Los he acabado cogiendo cariño, asusta vivir allí, pero tienen algo hermoso. Todas las grandes ciudades sudamericanas que he visitado los tienen, están vestidos, de viviendas, de infraviviendas, son un bosque de casas o chabolas, ladrillo visto, poco color. uno nunca sabe…, cuanto más lejos más penosos.

De mercado, en Los Brujos
La Paz tiene uno especialmente caracteristico que demuestra que el catolicismo es muchas veces una cortina. Es el mercado de los Brujos, donde se compran llamas disecadas, piedras, hierbas y semillas para homenajear a la madre tierra, a la pachamama. Impresiona, sobre todo ver los animales momificados. Aquí acuden no solo chamanes sino también amas de casa o padres de familia que buscan una bendición Kallawaya a través de un ofrecimiento a la tierra.

Cultura del quita y pon
Todos los días cuando amanece un ejercito de seres abren un almacén, sacan sus pertenencias, las arrastran bien con ayuda de medios mecánicos o a puro pelo, las exponen ordenadamente, cuelgan de sus ganchos o hacen verdaderas pirámides con sus mercaderías. Pasan el día sentados, abrigados con una manta y apenas sin moverse. Bajo lluvia, viento o lo que sea. Al final de la tarde, a esa hora en el que el sol se acuesta, comienza la tarea al revés, desmontarlo todo, objeto por objeto, zapato a zapato, bote a bote. se vuelve a empacar, cerrar las cajas y a golpe de espalda o de motor los trasladan a buen recaudo. Es hora de dormir, de hacer la caja… y esperar al siguiente amanecer. Aquí y en medio mundo.

La puta manía de controlar al personal
No entiendo de seguridad, civil, ni militar ni de na…, pero el constante control a la entrada y salida de las ciudades, –Chile incluido, y eso que es Primer Mundo– me parece considerar a todo ciudadano sospechoso… de algo. Y lo peor es que la población lo tiene asimilado, lo ve normal. Los Estados no permiten en su propias lindes la libre circulación de sus ciudadanos. Es lo de siempre: si no has conocido nada diferente te parece que el mundo es así. Pues no.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento decirte que en tu país lo del control policial está más escondido pero es igual o peor que allí. Aquí puedes acabar con complejo de delincuente en cualquier momento. Y además, que es lo peor, el abuso de poder que ostentan muchos es lamentable. Creo que el gran escarmiento posible para esta sociedad sería que todo el mundo se hiciera policía o guardia civil, quizá entonces sí seríamos todos iguales.

Anónimo dijo...

Me he olvidado de la prepotencia de muchos, y ¿quién controla a la policía? Porque deberían estar mucho más controlados que a los que controlan, y eso seguro que lo saben ellos

Anónimo dijo...

Si, dentro de poco nos controlarán hasta la marca de ropa interior que usamos