lunes, 14 de mayo de 2007

Seattle 2, dónde estaría yo que me lo he perdido

En el tren, ya camino de Portland, he pensado que los viajeros y los lugares no son buenos amantes, cuando empiezas a cogerles cariño te vas y los abandonas. Algo de ciego he tenido en Seattle. Algo me ha pasado en Seattle. ¿La resaca de Vancouvert?, ¿Qué en esta ciudad me he sentido pequeño? ¿Habrá sido el plantón, o el día de la madre? No lo sé. Todavía no tengo la distancia para sacar conclusiones. Pero lo noto: me está costando un montón escribir esta crónica y revisando papeles veo que he dejado de visitar quizá lo que más me hubiese gustado ver, el olimpic sculpture park, ¡con lo que me pone eso de pasear y ver objetos construidos por el hombre!

Una visita a la cultura enlatada
Pero vayamos por partes. En Seattle ha sido en la primera ciudad donde he vivido el arte enlatado, por primera vez en este viaje he ido a un par de museos. No por nada, sino porque en los anteriores destinos o estaban cerrados por fuera de temporada o no tenían nada especial que mostrarme, lease Vancouvert. Aquí si, aquí hay material. El SAM (Seattle Art Museum) es un museo mediano, que casi acaba de nacer, lleva 10 días de reapertura. No es nada macro, es abarcable y cómodo de visitar. Como tiene que ser. Odio los museos gigantescos, en los que sales borracho de imágenes y figuras. Lo más interesante, quizá por ignorancia, la colección dedicada al arte nativo americano: máscaras, totems, el trabajo en madera, colores elegidos y representación de los motivos. Y también, algo que va penetrando en mi poco a poco desde el inicio de este viaje: la cultura oriental, pero de esto ya hablaremos.

Lo segundo a visitar ha sido el magnífico Experience Music Project (EMP), que vale un viaje. Es divertido y para los que entienden de música, interesantísimo. No lo cuenta todo sobre la música, pero si lo que Seattle ha aportado: Blues, Nirvana y compañía y principalmente, el gran Jimi Hendrix: discografía, vestuario, objetos, en fin, fetichismo; habla de música y cine, de efectos especiales, de cómo se hacen y lo mejor: que puedes hacerlos. Es un museo que interactúa: tiene una parte dedicada a crear tu propios sonidos, guitarras, keysboard, baterías, estudios de grabación y demás parafernalia que si bien está orientado más para niños yo, sin saber tocar absolutamente nada, me lo he pasado de miedo. Todo ello envuelto en un edificio diseñado por Frank Gehry. Pues eso, para pasar todo el día.

¡De noche, de discoteca!
Insisto, no sé dónde he estado y eso que he hecho muchas cosas: ¡he ido a una discoteca! y ¡el sábado sali a tomar una copa! Acciones, en fin, para mi de verdadera frontera. Pero había que hacerlo, tenía que intentarlo. Y solo. En la discoteca, después de meter la pata y dejarme llevar únicamente por el sentido del oído entré en una gay y salí pitando: no por nada, sino porque a mi me gusta ver chicas a mi alrededor, sólo por eso. Al segundo intento lo conseguí y después de mirarme el DNI me dejaron pasar (todavía no entiendo porque te piden el carnet casi siempre que pides alcohol). La música, pues la de ayer y la de hoy, nada del mañana. Una cerveza y a casa, además tampoco había muchas chicas y la sociología era toda muy gay de nuevo. No obstante me gustó pasear por Seattle nocturno.

Creo que ya he comentado que yo soy hombre de cafés, me puedo pasar horas en ellos, sin cortarme un pelo, con mi libro, el periódico, el ordenador, da igual, o con nada, me siento cómodo: es mi espacio. En los cafés he conocido a mis novias, he conquistado a mis chicas. Es mi terreno: sé como seducir. No me ocurre lo mismo en los bares de noche, ahí me siento el más perdido de los hombres: en la barra, de pie o sentado en una banqueta con la cerveza en la mano no soy nada, soy infeliz. No es mi terreno. No recuerdo haber ligado nunca en un bar. Por eso no voy a ellos, por eso me cuesta tanto tomarme una copa, yo solo. Pero tuve valor y me atreví: eso sí, con mi Mac: ya tenía algo que hacer, de lo contrario, seguro que no hubiese entrado. Con el Mac, ya podía mirar alrededor, ya estaba relajado, ya sabía divertirme, ya no estaba perdido.

Por lo demás y para acabar esta crónica triste de Seattle decir que he montado en barco, visitado un par de mercados y que hay más salas de concierto que las que podría soñar Madrid en toda su vida: en un fin de semana puede haber más de 20 actuaciones. Me preguntaba un amigo, CL, por el teatro y le contesto, que el teatro de grupo no está de moda: mucho monólogo, actor solitario interpreta…, cabaret, café concierto y algún musical. Otro amigo, JAE, me pregunta por Frances Farmer, si quedan rastros de ella. Infeliz, pienso yo. Sólo los viejos la conocen, que salvo la canción de Nirvana todo es historia, hasta la peli, donde me enamoré de Jessica Lang, es historia. Los deseos no son la realidad.

Sueños 5
Algo deben saber ellos de mis crónicas y no les debe hacer mucha gracia porque aunque siguen acompañándome todas las noches al llegar las mañanas me vienen a decir eso de, si te he visto no me acuerdo. Y me abandonan, se ríen de mi. Intentaré engañarlos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola George, espero que estés bien. Los viajeros y los lugares lo que no pueden ser es buenos novios, pero sí buenos amantes. ¿O no lo fuisteis en Vancouver?
Cuando las emociones se trastornan, cuando aparece la decepción... Es una parte más del viaje. Cuidate mucho. Un abrazo y un beso

Jorge Bonilla dijo...

Querido anónimo, ¡no me has dado tiempo ni a revisar la página! Pero tienes toda la razón: no son buenos novios. Gracias.

azuvil dijo...

....el mac como tabla de salvación...., joé Jorge qué super idea, menos mal que no lo leerá el Jobs, si no empezaría a idear mañana mismo una nueva linea de macs......macs de discoteca, de pub, para solitarios, panamericanos... estar solo, es crudo, sí, pero tú nunca estás solo de verdad. A lo mejor deberias estarlo. Del todo. ¿A lo mejor?

Jorge Bonilla dijo...

Querida Azuvil, los sentimientos, las sensaciones son siempre muy personales. En un café me siento el rey y en un bar de copas una ruina, qué quieres que te diga, es así y punto. A otros posiblemenrte les pasa al reves, pues muy bien, cada uno a sus sitio.

walsen dijo...

Hola, llevo unos días leyendote y quería felicitarte por el blog, por como escribes y por la valentía de hacer el viaje. Si te preguntas como llegue hasta hasta aquí, fue fácil, simplemente pulse el botón de siguiente blog.

Buena espero tus crónicas espero que mis próximos comentarios sean mas productivos que este.

"Claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo."
Voltaire (11)
21.11.1694 - 30.05.1778
Filósofo francés

Las Chicas Gilmore
Max: ¿Te gusta el café?
Lorelai: Casi tanto como el oxigeno.

Hasta la próxima...

Jorge Bonilla dijo...

Hola Walsen,
Te parece poco productivo tu comentario. A mi me parece valiente y sincero, qué más. Y tus citas me han sacado una pícara sonrisa. Gracias y hasta la próxima.

Anónimo dijo...

Una propuesta, J.
Es bonito lo de ir amarrado a tu Mac a los bares. Antes era un periódico, un libro, un paquete de tabaco. Un imán y una tabla de salvación. Así que: coloca en la tapa del portátil una pegatina de tipografía seductora y legible con tu correo electrónico de tal forma que alguien, tal vez tan amarrado a mac como tu al tuyo, la puede descubrir. Lo demás es fácil: conexión, pistas, descubrimiento, y os invitáis a café. Y lo cuentas, claro.
Y gracias por el EMP: me he dado una vuelta.
Me voy al Retiro con las lagartijas. Besos.
Buen día.

Jorge Bonilla dijo...

Que buena idea Jaes, no se me había ocurrido, el problema es que soy demasiado tímido para eso y me moriría de vergüenza el saber que tengo abierto mi Mac con mis datos fuera. Que corte, pero seguro que es efectivo. me lo pienso.