lunes, 7 de mayo de 2007

Vancouver II. ¿Qué no las conoces? ¡Entonces no has visto nada, chaval!

O casi nada, porque esta ciudad hay que visitarla. Palabra. Y eso que a mi las ciudades con tantos rascacielos me suelen dar miedo, según me voy acercando a ellas me digo "Uf, cuanta ciudad para un ser tan pequeño (yo)" Pero me equivoqué. Ya el viernes me impresionó su cosmopolitismo. El sábado su modernismo. El domingo descansé y hoy sus alrededores marítimos. Pero situémonos.

El centro de esta ciudad está localizado en una península que forma parte de una serie de penínsulas e islas rodeadas por el Pacífico por un lado y por la Cordillera Litoral que aún alberga nieve es sus cimas, por el otro. Está bañada en agua y bosques.

Naturaleza y artificio
El sábado alquilé una bici, fueron 30 km de éxtasis en una urbe que lo tiene todo para disfrutarla y acabar agotado de placer. Estuve en el parque Stanley Park, uno de los parques urbanos más grandes de toda América. Y no es su enormidad lo que destaca, sino esa conjunción de naturaleza y artificio, esa mezcla de vida salvaje con creación humana, y no porque esté lleno de elementos artificiales, no, no, sino porque han sabido integrar y no retirar los árboles caídos, la maleza, los troncos arrancado de la tierra le dan un aspecto salvaje –y son creación humana– sólo comparable a la más pura selva: todo esta muriendo y de esas cenizas todo está naciendo, creciendo. Junto a una sequoia gigante, hay otra derruida, tumbada y podrida. Puro paisajismo!

Pero no sólo recorrí los más de 13 km de malecón que circundan, sino que el paseo marítimo se extienda casi por la mitad de la ciudad. Que vistas! Que casas. Vancouver está llena de rascacielos con acristalamiento verde, pero además está lleno de casa bajas. Conviven el cristal y el acero, con la madera y la piedra. Edificios de hoy con viviendas de ayer. Sobre el cemento y sobre el agua. Modernismo y antiguedad de la mano.

La urbe te susurra, penétrame
No sé si el subidón ha sido por las dos semanas de naturaleza extrema que he vivido –no lo creo porque a su manera Inuvik también me impresionó mucho– o porque realmente esta ciudad es así. Bella y acogedora. Lo noté el primer día, hay ciudades que te saludan y te recogen, y hay ciudades, quizá con más historia que te miran por encima y de alguna forma te acojonan, léase París, Berlín, Londres. Vancouver no, Vancouver te sussurra que te acerques, que te metas en ella, que la penetres. Calles con aceras de madera, de adoquín, de piedra y de cemento… y de tierra. Una ciudad bien diseñada, bien señalizada: con sus coches, motos, bicis y tranvías por tierra; por mar minúsculos aguabuses, lanchas, yates y trasatlánticos y por aire hidroaviones, avionetas, helicópteros y aviones. Lo tiene todo, aquí el que no se mueve es porque no quiere. Está hecha al servicio del ser humano.

Qué es una ciudad sin rincones. Nada.
Y, una ciudad sin bancos. Nada tampoco. Yo no sé quién la diseñó, ni quién o quienes realizaron su urbanismo, pero merecen un homenaje porque no hay nada de diseño y todo está milimétricamente diseñado. Que bancos tiene, por favor, los hay de madera –medio tronco, tronco entero, de tablillas…– de metal: forja, acero, aluminio, los hay de madera y metal; de piedra. Los bancos invaden la ciudad, en su interior y en sus lindes. Y eso qué significa, eso significa espacios para sentarse, para descansar, meditar, leer, amar, besarse. Y esta llena. Palabra.

Decídme qué es una ciudad sin rincones donde esconderse, donde perderse, donde dar besos furtivos, fumarse un peta o hacer algo prohibido, donde extasiarse con una visión. Pues aquí, los hay a cientos. Y eso es magia. Igual que es magia pasear y encontrarte esculturas en las aceras y los parques, en al agua o en las playas, pero sin gritar, susurrándote únicamente "hola, estoy aquí y te quiero acompañar en tu paseo" ¡Que ciudad, por favor! Hay alguien que dijo "Si estás cansado de Vancouver, es que estás cansado de la vida" Y es cierto, llevo cuatro días y estoy emocionado.

Sólo le falta algo, pero no es su culpa: sólo le faltas tú.

(Mañana o pasado, tercera y última crónica de Vancouver, donde hablan las orcas, los jardines te saludan en japonés y como un ser minúsculo le mira por encima a un gigante.

Sueños (4)
Lo confieso. Soy miembro de la comision del proceso de paz. Y me he entrevistado con miembros de ETA-Batasuna. Y fue hace unos días. Y soy policía. Fuimos mi compañero X y yo. él es policia como podría ser cerrajero, es alto y desgarbado y se parece a un Alfredo Landa del 2000. La cuestión es que yo tenía una entrevista pero la policia-pp nos perseguía por todo Madrid para denunciarnos y si era posible matarnos, nos movíamos por las calles y sus sombras a una velocidad de cómic, pero nunca conseguimos despistarlos. Para solucionarlo puse a mi compañero, que es tonto perdido, de cebo. Pero ni eso sabía hacer. Yo le decía "lárgate para despistarlos", pero no, él me seguía como un perrito faldero. Negociación imposible. Me desperte cuando a mi compañero le ponían una medalla. No entiendo nada.

Es bueno que los sueños no se cumplan porque leo felizmente que Carlos Llamas ha vuelto al curro. En mi sueño moría malamante, desangrado. Muy gore.

10 comentarios:

Unknown dijo...

¡Qué gustazo! Martes de madrugada, sólo tus crónicas han conseguido devolverme el sueño tras una pesadilla mal perpetrada. Todas, de seguido. Sin prisa pero sin pausa. Viendo a través de tus ojos, imaginando al hombre que aullaba como un lobo, al francés con guitarra que no sabía tocarla, a las cabras de montaña... A Vancouver en bicicleta. He llegado un poco tarde, pero el viaje de seguir tu viaje es adictivo, tanto que aún confío en un golpe de suerte. Te sigo, Joje, derrochas vida y estrés anal, supongo que por eso es tan fácil quererte. Cuídate moreno.

Jorge Bonilla dijo...

Me sonrojas, Sonia. Estoy acabando esta crónica y ya hay un comentario. ¡Qúe subidón!

Anónimo dijo...

Creo que eres más Jorge que nunca. Crudo, sencillo, emocionado y romántico.

Anónimo dijo...

Tus ojos captan muy bien lo bonito, lo atractivo y se ve en las fotos que eliges. Naturalmente no puedo saber si son las mejores, pero me gustan mucho. Son reales.

alma de latex dijo...

Qué nivel, Joje, ya hasta haces avances del próximo episodio... Lo digo en serio: es un placer leerte, de alguna manera nos haces conocer aquello. Quién iba a decir que la ciudad perfecta estaría tan lejos, y con nombre como de uralita o asín. Bueno, después de tanto jabón me parece que alguien tendrá que empezar a darte caña. O no, es broma. Muac.

azuvil dijo...

http://www.discovervancouver.com/forum/topic.asp?TOPIC_ID=37703

Anónimo dijo...

Joder, ya tengo ganas de conocer Vancuber.

Anónimo dijo...

Una ciudad, amigo, es una conversación.
Me gusta como cuentas lo nuevo y lo viejo, lo que llega y lo que permanece; ellos y tu; tu y yo; el cristal y las tejas; madera y cemento. Todos hablando. No te canses.

Jorge Bonilla dijo...

Para azuvil y demás.
Está bien lo que has hecho, Azuvil. Siempre habrá gente que opine diferente. Así es y así debe ser. Igual que hay gente que cree en Dios y en el diablo. Yo no, por ejemplo. En eso consiste la libertad. En tener nuestros propios criterios sin perjudicar los de los otros.

Seguro que esta ciudad tiene mil historias sucias. También hay mendigos, y muchos. Y borrachos. Seguro que tiene su barrio de yonquis y que los emigrantes son explotados como emigrantes. Claro que si. Pero ese no es mi viaje. Y no es algo que destaque tanto. O quizá sea mi desconocimiento. No lo sé.

No obstante, gracias por opinar. Tú misma lo dijiste: enriquece el blog.

Anónimo dijo...

que te sigo siguiendo.Me encanta tu blog.Besos