martes, 25 de diciembre de 2007

Viaje por el Amazonas 3: fin de etapa

Tres ciudades, tres Estados. Tabatinga, Brasil; Leticia, Colombia y Santa Rosa, Perú. Me gustan este tipo de localizaciones, donde se mezclan las lenguas, los acentos, las monedas y las costumbres. Me gustan las no-fronteras como entre Tabatinga y Leticia, donde no existe control y se atraviesa como quien cruza una calle, porque esa es la división, una acera es Brasil y la otra Colombia; donde montas en una moto-taxi en un país y te deja en otro; donde puedes pagar indistintamente con una moneda o con otra; donde un jugo o una cerveza te la pueden servir cualquiera de esas tres nacionalidades. Debería extenderse.

Tabatinga, la fea
Llegué a Tabatinga un día más tarde que el resto de los pasajeros. Me quedé para escribir a gusto, sin molestia. Todo el barco era para mi, pero no era lo mismo, el Fenix no era el mismo, faltaban sus protagonistas, solo estaba la tripulación y 3 o 4 pasajeros. Era triste. Aunque estuve en buena compañía, y una joven de 16 años, entre lloros, me confesó su embarazo.
Pernocté en el lado brasileño porque allí me iba a encontrar con Gabo, Dani y Olga, los mexicanos, con los cuales iba a ir a Iquitos, pero un mal entendido les hizo ir al lado colombiano. Ellos supieron de mi existencia porque mostré su foto en mi hotel, donde habíamos quedado, y a una joven brasileña de una agencia de viajes que luego, por la tarde, en Leticia les reconoció desde su carro, se paro, bajó y les dijo que un español les andaba buscando con una cámara de fotos. Se partieron el culo de risa. De eso me enteré el último día de estancia, al comprar el pasaje para Iquitos.

Leticia, la guapa
Me arrepentí de no haber dormido en Leticia, ¡Ay, Colombia, que hermosa eres! Porque, aunque no haya barreras, sí que existen diferencias y los colombianos vuelven a ganar por goleada en gusto, en tratamiento y en el cuidado de sus cosas. Colombia es diferente, Colombia es mucho. Y se nota. La ciudad brasileña no tiene nada, son grandes avenidas sin ningún tipo de gracia, son calles cuyo único atractivo es el moho que impera en sus paredes y el mercado junto al puerto, por lo novedoso en sus viandas, frutas, verduras y pescados del Amazonas.
Santa Rosa, en cambio, la separa el Amazonas, y se nota, no puedo hablar porque únicamente la pisé para embarcar hacia Iquitos, pero según me contaron los mexicanos era un puto desastre: la puta pobreza.

Ciudades moteras
Apenas hay coches, para qué si no pueden ir a ninguna parte salvo dentro de las lindes de estas ciudades, lo demás es todo selva. No hay carreteras y la ciudad más cercana está a cientos de kilómetros y sin acceso terrestre. Así que las calles y avenidas están invadidas de motos, moto-taxis, que transportan personas y mercancías o las dos cosas. Divertido y barato. La diferencia? Que los colombianos utilizan más el casco que los brasileños, por lo demás, idénticas.

A Iquitos a toda hostia
De verdad, una lancha-bus con dos motores fuera borda de 250 caballos cada uno que llegaba a alcanzar 70km/h… y sin casi botar, con un capitán experto que sorteaba las ramas y los árboles con sutil destreza, mientras anotaba los tiempos. Total, 498 km en 9 horas con dos paradas, una de control de pasaporte y otra para dejar a unas monjas en Pevas, poblado peruano todo de madera y que se me cayó el alma a los pies al ver su pobreza. Y no sólo la de esta ciudad, sino el paisaje humano que se experimenta en Perú cambia: los muelles, las barcazas, las casas dan la sensación de que la historia no ha pasado por ellos y se han quedado no sé en qué año. Duro, muy duro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

No cuentas nada de cómo es la Navidad por aquellos parajes. Este blog está muy serio últimamente.

Anónimo dijo...

Gostei muito desse post e seu blog é muito interessante, vou passar por aqui sempre =) Depois dá uma passada lá no meu site, que é sobre o CresceNet, espero que goste. O endereço dele é http://www.provedorcrescenet.com . Um abraço.

Anónimo dijo...
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azuvil dijo...

Fin de etapa.
Queda muy bien.
El último día del año abro la puerta y entra una chica, se llama Melancolía y cada año se enrolla conmigo. No lo puedo evitar.

Fin de una etapa que se ha quedado con la mitad de tus huesos. La otra mitad no sé si la quiere alguien…O se pelean por ella…???

Como sea, este año que se acaba lo has llenado de historias palpitantes, melancólicas, eróticas, divertidas, felices, interesantes... imágenes, el perfecto encuadre de las sensaciones, de una luz que va mucho más allá de lo que tu cámara puede y quiere.

Gracias por eso, por estar ahí, por vivirlo y por contarlo y por la luz, por los colores, por las estructuras, por algo que vuelca el sentido, por la crónica que intenta... por algo que provoca, a veces sólo ganas de morderte y otras... me pregunto que haré cuando se acabe tu viaje…

y cómo será el 2008? Será perfecto, será feliz, al menos te lo deseo, y verás, hay muchas cosas que buscas y otras que ya no necesitas. y las que no necesites, amigo... ya sabes

guten Rutsch!!!!!!!

Anónimo dijo...

Hola Jorge, el fin de año eso sí que me gusta y no el pastelito ese de la navidad que nos intentan colocar. Bueno corazón, mis mejores deseos para ti, para que tu viaje termine bien, pero solo cuando tu decidas que termine, yo creo que tu vives en un eterno viaje aunque estés aqui.
Muchos besos,

Anónimo dijo...

Muy lindo el articulo!
http://learnspanishincolombia.wordpress.com/

Anónimo dijo...

Muy me encantó lo facto de todo este contenido estar a mi disposicion ahora em que pienso en nestos dias a bordo de Fenix con todos los tripulantes e sus historias particulares que permeam mis memorias,... Gracias hermano....a ca em Brasil Amazonas/manaus...
ELder_lobo@ig.com.br