domingo, 27 de mayo de 2007

Yosemine, por la senda de los gigantes

Salí temprano. No hay cafés en mi recorrido. Únicamente habitantes de la calle y los corredores de la mañana. Mi destino Yosemite. La montaña. Parque Nacional. Que eso por estas tierras es tan sagrado como la bandera. En SF, aunque parezca mentira no hay estación de tren, sino un servicio de autobuses que te llevan a casi 20 km para cogerlo allí. En Emeryville cojo el tren hasta Merced, y allí un autobús hasta Midpines, a 50 km de la razón de mi visita. Y llego al albergue a la americana, montado en la trasera de una pick up. Bien.

Yosemite, con la boca abierta
Pero para entender de lo que vamos a hablar hay dos formas de hacerlo, una, cogeros un trozo de plastilina, grande, extenderla: longitud 10 cm, con un ancho de 4 o 5 y un grosor aproximado de 2 y, esto es importante, pasad el dedo por medio, con fuerza, que se hunda, a lo largo y haciendo una pequeña curva. Bien, ¿ya está? Bueno, pues el surco que habeís creado es a lo bestia lo que ha hecho aquí la naturaleza para formar esta enorme "U" que se llama Yosemite. La otra solución, mucho más fácil, os vais directamente a Google Earth con los parámetros y las instrucciones que os doy en la ruta real y lo veréis con exactitud, no olvidéis mover el ratón para iros introduciendo en el valle. Ahora que lo habéis hecho os cuento que estáis en el "lugar de la boca abierta" según la lengua de los indios originarios, los Ahwahnee. Lo que ya no sé es si ellos lo denominaron así por la forma o por la propia expresión del ser humano al visionar la fuerza de la naturaleza al crear esas formas.

Árboles como gigantes. Porque decidme, qué cara se te puede poner cuando tienes antes tus ojos, cuando estás tocando un ser vivo que tiene 2.700 años de existencia y que sigue creciendo. ¿Decidme si sois capaces? Yo me lo quería comer , lo quería manosear, estrujar, algo imposible cuando tiene casi tres metros de diametro. No podéis entender la sensación de enanismo que te entra al ver semejantes mastodontes. Cuando observo las fotos y veo como se une a la tierra me imagino los pies de un gran monstruo, de un Troll gigante. Además sus raíces no son profundas, no, se extienden sobre la superficie y se juntan con las de otras secuoyas, que así se llaman estos árboles para apoyarse mutuamente. Os imagináis un arbol resistente al fuego, imposible de quemar, pues sí la secuoya. Las llamas no pueden con él. Es un gigante, que además insulta a los que le cortan porque su madera deja de tener fuerza y sólo sirve para palillos y menudeces. Les dice a los humanos, joderos porque mi muerte no os va a dar beneficio. Ha sido una muerte inútil. Ver arboleda Mariposa en Google Earth.

Un monstruo de roca. O que expresión manifestaríais al ver el mayor bloque de granito del mundo, una roca, una mole ante vuestros ojos, desnuda, imponente, dominando con su fuerza todo lo que le rodea. Yo grité y extendí mis brazos, sintiéndome un salvaje más. Quise, por unos momentos volar. Me gusta la naturaleza, me excita de hecho. El desierto, los glaciares, las tierras desgarradas del Puno, la Selva, un río helado con un trailer encima son sensaciones muy fuertes, amigos. Es la Naturaleza extrema. Dentro de mi siento un fuego que no sé reprimir y me da por saltar o extender los brazos, o gritar, o hacer cualquier tipo de locura que exprese placer, dado que no puedo tener un orgasmo, pero la sensación lo juro que es similar. Ver Capitán y Glacier Point en GE.

El rugido seductor. He visto a poca distancia la quinta mayor catarata del mundo (Yosemite fall) y he estado a pocos metros de otra igualmente impresionante, la Vernal Fall. En Venezuela veré la primera, el Salto del Ángel y no sé lo que sentiré en ese caso, pero yo, que odio el agua fría me he dejado mojar por su espuma, por esa cortina de agua que provoca la fuerza con la que choca contra el suelo. Es su derecho. Es su terreno, porque no somos nadie para decirle déjame en paz. No, aquí no. Aquí lo admites o te vas. Además esas gotas que te van mojando posees un elixir que te va seduciendo y si no prestas atención te pueden llevar hasta su centro, hasta la muerte. Es un canto de sirenas. Las cataratas también hablan, lo suyo es más bien un rugido constante, un grito sin pausa. Ver Yosemite fall y Vernal fall en GE.
En fin, que tenéis a vuestra disposición 1.300 km de caminos para perderos. No vayais nunca en verano dado que recibe unos cuatro millones visitantes. Además las cataratas dejan de rugir en esa época del año: se han quedado sin agua. Lo mejor la primavera y el otoño.

El color del caribe en la Sierra californiana
Como siempre al llegar a un albergue hay que esperar hasta que te den la cama, así que me fui al bar y allí me encontré con dos jóvenes dominicanos que se ofrecieron a echarme una mano en todo lo del inglés. Aritza y Michael. Acababan de llegar y tenían permiso de trabajo para cuatro meses. Michael, positivo, estaba feliz, su inglés de nivel bajo pero con soltura y mucha alegría. Apenas 20 años y estudiante en su país. Venía de cocinero y ha empezado de friegaplatos. No le importa, a fregar le enseñó su madre.

Pero Aritza no es feliz, Aritza es casi una niña, 18 años y la primera vez que sale de casa; y pasadas unas horas en ese albergue, apartado del mundo, rompe a llorar. Ella, que tenía que estar en Nueva York; ella, que quiere comerse el mundo; ella, que se reía de sus amigas por los destinos cutres que les habían tocado. Ella, estaba allí, en un albergue de montaña haciendo camas, apartada del mundo, perdida. Lloraba desconsolada, llamaba ente lagrimones a su mamá en Santo Domingo, a su hermana en NY. "Me quiero ir" pregonaba a todo el mundo. Yo intentaba consolarla, "dos meses pasan en seguida", los otros dos restantes sí que los pasaría en NY. A ella le daba igual, un día más allí le parecía la eternidad. Se consolaba por la noche leyendo la biblia, "A lo mejor Dios me ayuda" decía. Era una Biblia, pequeña, la más pequeña que he visto, ni con gafas conseguía yo leer una letra, pero ella sí, e incluso la comentaba con Michael, también muy devoto.

Aritza no sabe cuántos hermanos tiene
Le pregunté por su familia, por el número de hermanos y me respondió "muchos, no sé cuántos, depende si hablas de mi mamá o de mi papá" . Perdona, no entiendo, Me explicó, en cas de mi mamá tengo dos, pero mi papá trabajaba en una cervezera como representante y allí por donde pasaba dejaba algún hijo, ahora vive en Puerto Rico y creo que allí tengo dos hermanos más, con lo cual no sé exactamente cuántos hay por La República Dominicana. Algunos viven en los Estados Unidos y a muchos no les conozco. Historias de El Caribe.

Elfie, tan alemana, ha encontrado su hogar
La conocí el segundo día de mi estancia. Fue por la mañana, al montarnos en un minibús para la excursión a Yosemite. Me preguntó mi nacionalidad y yo la suya. Alemana. Wie schön! Qué maravilla, le respondí. Me miró extrañada. Se lo expliqué. De golpe, sin miedo, sin pausa. Cinco días sin hablar con nadie es mucho. Me entendió. Ella pasó lo mismo en SF. A Elfie, como buena alemana, le gusta California, de hecho es un de los destinos preferidos por ese pueblo, y no sólo por sus ciudades, sino por sus bosques, su paisaje. Es feliz allí: wie schön, repite constantemente, tan alemana! No quiere irse. Otro joven alemán que también está con nosotros y que lleva un año viajando afirma que allí donde se pueda caminar encontrarás un alemán y no le falta razón. A Elfie le delata su acento a pesar de llevar viviendo casi 20 años en Berlín, es bávara y por ello pronuncía mi nombre mejor que el resto de sus conciudadanos. Hay comunicación. Nos entendemos. Nos necesitábamos. No paramos de hablar. Yo soy feliz, ella parece serlo.
Elfie viaja sola, trabaja de redactora de páginas web y se ha tomado un descanso de tres meses para recorrer unos cuantos países de América. No tiene destinos fijos. Es una mujer viajada, ha visto ya mundo y por lo que parece, no habla de temas personales, siempre sola. Es joven, aunque mayor que yo, desconfiada y con mirada fría. Esos ojos los conozco, los he visto antes. Muchas veces, pero no les temo. Guardan las distancias pero buscan cercanía. Su tipo, como buena alemana a esa edad, es hermoso todavía. Saben cuidarse, no se puede negar, y ella más si cabe, no bebe, no fuma, no come carne. Demasiados noes para un pecador como yo. Un beso, Elfie, para cuando me leas.

Escribo desde Monterey, pero lo aquí ocurrido, nada especial lo dejo para otro día.

2 comentarios:

Marion dijo...

veo la foto (la segunda, no la del pick up) y ¡efectivamente! parece la pata de un elefante! no en vano en alemán la secoya (nombre botánico) se llama "Mammutbaum! Impresionante.

Anónimo dijo...

del 23 al 27 me has tenido en ascuas. Esto no puede seguir así.besos guapo