viernes, 31 de agosto de 2007

De Puerto Lempira a Puerto Cabezas

Los desplazamientos tienen su magia, por duros que sean o quizá por ello, pero también el trayecto Segovia Almería lo tiene, no me cabe duda. Este fue un viaje entre dos capitales miskitas en diferentes países, Honduras y Nicaragua. En camioneta, cayuco, pick-up y colectivo. Con parada en Waspan para dormir. Además conocí a N. Hoy estamos a 31 de agosto, esto ocurrió entre 16 y el 17.

En la camioneta. De Puerto Lempira a Leimus
6 horas para 130 km. Nos convocaron a las 6, hasta las 9 no salimos, eso sí, sentados en la cartela y dando vueltas para recoger pasajeros y mercancías. Ella ya estaba allí. Fue la primera, yo el segundo, luego fueron llegando el resto. Todos eran nicas, según me enteré después, y cada uno va buscando su acomodo, que ira variando según avanzan los kilómetros. Pista que no es tal por la falta de mantenimiento. Terreno llano repleto de pino caribeño. Para mi fue un privilegio ir detrás y no en la cabina, había más historias. Se veía más.

Una joven cae enferma
Se mareó. Le presté mi almohada de viaje y la atendí. Su timidez le impidió darme las gracias. Vomitó varias veces hasta que consiguió un espacio entre las mercaderías para acostarse y dormir un poco. Luego se sentiría mejor. Compartí con ella mis viandas y le propuse invitarla a cenar en Waspan. Más tarde le dije de compartir hotel, con dos camas, naturalmente. Me respondería más adelante. La "mami" le contaría "a ese gringo le gustás, por vieja conozco la mirada de los hombres". Otra mami "como te cuida ese señor", eso no se hace aquí, me contó.

El retén
Me pilló de sorpresa, fue a 54 km de la frontera, tuve que dejar mi nombre y sufrir la revisión de todo el equipaje por parte del ejercito. Puro tramite que hay que cumplir. Drogas, mercado negro… No encuentran nada. Da tiempo para estirar las piernas y ver como viven. En una cabaña, sin camas, con hamacas, un par de jóvenes mujeres cerca, con sus niños. Volveremos a pasar un nuevo control en la frontera, esta vez sin revisión.

En el cayuco
Travesía del río Coco. Llueve a cántaros y me muero de sed, acudo a comprar una gaseosa (refresco), dejo sin ver mis cosas y olvido uno de mis fetiches, mi fular. Las mujeres lavan en el río, los niños se bañan. Muchos se preparan para cruzar. Muy cargada e inestable. También viene un gringo. Al llegar a la otra orilla uno se cayó al agua y una mami, en el barro.

En Pick-up a Waspan
Control de entrada, ¡estoy en Nicaragua! Revisión de equipaje. N. me dice que sí. 45 minutos por una pista cuidada, los nicas lo ven como un lujo comparado con el desastre hondureño. El gringo me cuenta cosas, lleva 15 años en la zona y me dice que este país tiene grandes posibilidades económicas si hiciesen algo: cultivar el monte en lugar de esquilmarlo; explotar los pastos sin quemar los pinos; extraer biodiésel de una planta silvestre llamada acietunilla ¿? (4 veces más rentable que la caña de azucar)… Se preguntaba que iban a hacer los nicas con las centrales eléctricas que les iban a hacer los iraníes, ¡si desde el 74 Irán no se ha renovado tecnológicamente! Pura chatarra. Sabía de lo que hablaba. Aquí, a principios de los 80 el sandinismo causo mucho daño entre la población indígena (asesinatos, desapariciones, etc).

Una noche con consecuencias
Cada uno tomó posesión de su espacio. Ella tímidamente. Su primer hotel. Yo nervioso por la situación. Una ducha y un paseo, cenamos en el hotel. Me contó, por fin habló. Me dijo su edad y que tenía una niña de un año. Le pedí iniciar un diccionario miskito. Era la primera vez que viajaba, había ido a Puerto Lempira a vender ropa de su madrastra y regresaba después de una semana de estancia. Le pedí un nuevo paseo para bajar la cena. Aceptó. Volvimos, encendió una telenovela y nos acostamos por separado, pero algo sucedió…

En colectivo hasta Puerto Cabezas
200 km casi 5 horas. El objetivo de mi cámara ya sólo la veía a ella. No pudimos agarrar el bus de las seis, llegamos tarde. A las siete salía otro, me presentó a un amigo, ella había residido en ese poblado durante su escondido embarazo. Apenas hablamos pero nos tocábamos.
Buena pista, cuidada. Cada hora paramos para enfriar el motor, o a comprar frutas (pihibay y nansites) o paramos para saludar a otro colectivo, o ahora la pausa para el almuerzo. En cada una de ellas aprovecho para estirar las piernas y ver, ver. A la llegada nos separaríamos, ella, a su casa yo, a un hotel. Un taxi nos llevó, me apuntó su dirección y me pidió que la visitase y conociese a su familia. Acepté, como no.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, estoy emocionada. Lo único que le faltaba a este blog para cautivarme definitivamente era una buena historia de amor, y creo que estamos a punto de sumergirnos en una. Me muero de curiosidad, a la espera del siguiente capítulo.

Anónimo dijo...

Eso de que Irán no se ha renovado tecnológicamente desde 1974 (?) que se lo cuente el gringo a su presidente Bush, que creo que no opina lo mismo. A lo mejor hasta lo convence para sacarlo del eje del mal.

Anónimo dijo...

Jorge, coincido plenamente con la anónima del primer comentario. Esta historia además parece que va a tener los ingredientes perfectos: breve, intensa, y con el desgarro de la separación final. Voy cogiendo la caja de kleenex porque a mi estas cosas me emocionan mucho. Estoy en ascuas!!!!!

Anónimo dijo...

cuidado con los desgarros, jorge, que hacen daño....y mucho!

Jorge Bonilla dijo...

Sí, los desgarros hacen daño y desde hace una semana algo en mi interior me duele mucho. Ha sido una historia triste llena de felicidad. Volvería a repetirla.