viernes, 13 de julio de 2007

Mexico 4 y último, con amigos en el DF

Este es el último capítulo dedicado a DF, pero no podía dejarlo por el valor que tiene para mi, dado que allí disfruté de la compañía de diferentes mexicanos, desde lo más indígena hasta los más blanquitos. Desde un político hasta estudiantes pasando por gente sencilla, trabajadora. Hombres, jóvenes y una mujer.

Xochinilco, trajineras en el campo florido
Está lejos del Centro, cuesta llegar, pero se llega . Metro, tren ligero y taxi, "al embarcadero de Cuemanco, por favor". 3 dólares. Xochimilco es un paraíso para él que lo visite. Se trata de un lago, varios canales que en tiempos llegaban hasta la ciudad de México y que sus habitantes utilizaban como vía fluvial por medio de canoas –trajineras– para llevar su productos hortifrutícolas, producidos en las chinampas. Hoy es un lugar de recreo donde van familias, amigos, parejas los fines de semana. es cuando hay que ir, de lo contrario eres completamente guiri. Allí no va casi nadie solo. Es un espacio, un momento para compartir. Pero yo fui. Solo. Y me querían cobrar la tarifa, 16 dólares por hora. Me negué, por el precio y porque no me apetecía verme como un gringo solo en una enorme barcaza con capacidad para 12 o 14 personas. Así que al remero le dije que no, que iba a esperar a alguien con quien compartir. Me miró con desprecio y le dije adiós. Esperé, comí unas quesadillas y observé sentado en un chiringito al personal que se iba acercando a las trajineras. No tenía prisa, cómodo, relajado, buscando la mejor oportunidad. Vi familias, alguna pareja y finalmente a un grupo de jóvenes entre los 20 y los 30 a los cuales pregunte, le expuse mi problema, propuse compartir gastos y me aceptaron. Les chocó, y mucho. Por lo inusual. Se alejaron, fueron a buscar su comida para el trayecto y volvieron a buscarme. Yo, encantado por conocer gente, convivir dos horas con mexicanos sencillos, gente trabajadora, en una tarde de fiesta para ellos. Dos parejas, dos chicas, dos chicos y un par de niños. Se llaman Marcos, Noemí, Pepe, Karina… De tez canela en sus diferentes grados. Fue precioso.

La espuma de nieve como elemento socializador
El arranque ya en la barcaza fue ligeramente cortante, ellos tímidos, yo sentía que les había invadido su espacio. Pensé en que no había sido una buena idea. El trato que me daban era de Señor, me sentía incómodo. Les tuve que decir, que por favor, que de Señor nada, que Jorge. Les costó, pero nos fuimos acercando, ayudaron a la distensión los niños con sus juegos, las bromas y las espuma de nieve con que se rociaron. A mi no se atrevían a bañarme. Yo aproveché para hacer fotos y enviárselas. La cosa se distendió, ya charlamos, les conté mis aventuras, les hable de España, me pronuncié por el mestizaje, les conté lo que había aprendido yo en el colegio sobre la ejemplar conquista y de cómo nos acogieron las diferentes etnias que poblaban estos lares. Les hablé de las mentiras de esas palabras y les cité a Eduardo Galeano. Lo hago casi a diario. Fue una tarde bonita, nos llovió, faltó luz, pero para mi ellos fueron la luz. Me invitaron a pasar otra hora más con ellos, pero yo tenía una cita…

Noche de cervezas y mezcal
El tequila pierde fuelle y lo gana el mezcal, ahora se trata de pedir una chela, oscura a ser posible, con una copita de mezcal e ir combinado los tragos de una y de otra. A ese rito me apunte, como no. El contacto me lo dio MB, el peruano. Estuve con Sury, mi contacto, un manojo de nervios, mexicano de ascendencia siria, en los 90 durmió en las calles de Madrid y se aposentó en cama prestada en Berlín y hoy es arquitecto que tiene que perseguir a sus clientes para que le paguen ; su mujer, Aline, encantadora, con sangre serbocroata, sus abuelos sufrieron el terror nazi, y tiene la distribución de miel como negocio. Estaba Paco, no podía negar su pasado hispano, era el político, concejal de distrito del PRD; Fermín, divertidísimo, vacilón, arquitecto consultor, se cogió un gran pedo y al día siguiente se iba de vacaciones. S. Espinosa de los Monteros, alguno de sus antepasados procedía de esa población en la provincia de Burgos. En otra mesa estaba BeaBettyBeatriz, ejecutiva de cuentas en una casa de cambios, que conocía casualmente a Sury de clases de yoga y se apuntó a nuestra cata. Más tarde vinieron Jorge y un amigo, colombianos y varios años en DF, con Laura, suiza.
Todos blancos en un barrio de blanquitos, la Colonia Roma. Hasta los camareros eran blancos. Ahí no había mestizaje. Fue extraño, era la primera vez que veía a tantas personas con la sangre "limpia", llevaba ya tres semanas en el país y para mi no existían. Se lo dije, se rieron sanamente y me dijeron "seguro que lo incluyes en tu blog" , "no lo dudéis", les respondí. Me dieron veinte mil consejos –dónde ir, qué visitar, que comer– que yo apuntaba con perseverancia salvo cuando los nombres me resultaban imposibles de transcribir o no sabía si me hablaban de una ciudad o de un plato (huanzontles), cosas del alcohol. Acabamos cenando a las dos de la madrugada unos tacos a la no sé qué, unas quesadillas con no sé qué. Todo aderezado con sal, chile y limón, como tiene que ser. Todo riquísimo.
En mis clases de diseño editorial o a mis nuevos compañeros de trabajo siempre se les he dicho que no se puede publicar una entrevista si no hay una foto del personaje del que hablamos. Yo aquel día no tenía cámara, pero no podía obviar una noche tan sana, tan borracha. Gracias, amigos.

BeaBettyBeatriz, una cita con baches y sin destino
Se interesó por mi, me dio su teléfono por si quería hacer algo especial con ella, no recuerdo muy bien el qué, (el alcohol es imprevisible). Dije que sí, que la llamaría. Lo hice, no la encontré. Lo volví a intentar al día siguiente, quedamos. Yo me fui a Xochimilco y nos citamos a las 8 en Atrio, donde nos conocimos. Dio la hora y yo todavía estaba a 10 km de mi punto de encuentro en una ciudad desconocida. La llamé, no contestaba, le dejé un mensaje que no sabía a ciencia cierta si se había grabado y le dije que antes de la 9 imposible. Corrí a mi hotel como un poseso. Ducha, ponerse guapo y un taxi. Allí estaba yo a las 9 menos 5, raudo y veloz. No había nadie. Calma, me dije, lo ha oído y ya vendrá. 9.30, las 10, no aparece nadie. Se te está bien, por impuntual. Entable amistad con el mesero, Teseo, mexicano, blanco, fotógrafo, aventurero, viajero cuando tiene lana, hoy aquí mañana allí, una novela publicada, otra en proyecto que quiere escribir en Malasia o Vietnam. Buen tipo, me tomé un par de chelas, cené un provolone y me invitó a una caipirinha con mezcal. Charlamos un buen rato, hasta las 10. 30 que le dije que, en fin, que me iba, que había perdido una cita. Me giro para largarme y aparece ella en la puerta, con sus labios de rojo, su pelo estirado en coleta, una camiseta blanca y unos vaqueros ajustados, zapatos de tacón escondidos por el largo de los pantalones y un bolso de noche granate. Me dio un vuelco al corazón, un pico de alegría. En mi mensaje entendió que ni a las 8, ni a las 9, y se pasaba por ahí para ver… Lo celebramos con otras dos caipirinhas, una después de la otra.
Me llevó a un irlandés. Zona noble, Colonia La Condesa, mucho mogollón, buenos carros, vestidos de noche, mechas, camisas con botón al cuello y cabellos muy cuidados, cortados a navaja. Tomamos apretados un par de chelas, un amigo suyo aparecía y desaparecía… Me propuso que nos encontrásemos en San Cristóbal de las Casas, (Chiapas). Yo encantado. Le pedí un beso, me regaló un abrazo. Nos fuimos los tres, me acercaron a una parada de taxi. Yo seguí solo mi camino. Le escribí: lo de Chiapas iba en serio o era el producto efusivo del alcohol. "Va en serio", me contestó. Llega el fin de semana y Chiapas fue una noche de alcohol.

Damian, un historiador comprometido
Nos conocimos en el turibus, él hacía de guía de un primo llegado a la capital con su novia. Tiene apellido vasco y dice en su correo algo de sangre celta. Acaba de terminar sus estudios y prepara sus tesis. Conoce España y tiene amigos en Barna. No estaba animado, parecía resacoso, y estaba allí más por obligación que por placer. Se fijó ya en mi en la cola del autobús. Algún cigarrillo cautivo en la trasera del autobús. Nos sentámos juntos, le comenté lo academicista del recorrido y hablamos de la Uni, de Chiapas, de los indígenas, –a todo el mundo le pregunto por ese tema, me intriga, me preocupa–, del subcomandante Marcos –va de estrella y hace poco–, de política y de mota, ¡ahhh, esa mota que nunca probaré!, está por ahí, todo el mundo lo dice, siempre cercana pero nunca se acerca. Hoy DAA es mi corrector en temas mexicanos. Meto la gamba con facilidad, pero él está ahí para enderezar mis errores.
Tampoco hay foto, aquel día, el mismo de la borrachera, me quedé sin batería al ratito de montar. Fallos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MUCHAS GRACIAS JORGE POR TOMARNOS EN CUENTA Y HACER MENCION DE ESE GRUPO DE CUEMANCO CON EL CUAL ASI COMO TU Y NOSOTROS ES AGRADABLE CONOCER GENTE ESPERO QUE TE VAYA BIEN EN TU RECORRIDO YA QUE HAS DE LLEVAR UNA TERCERA PARTE DE ESTE Y BUENO APARTE DE TODO ESTO MANDARTE UN SALUDO Y ESPERANDO SEGUIR LEYENDO TUS RESEÑAS DE TU VIAJE


TUS AMIGOS DE CUEMANCO

PD SI TE CANSAS Y NESECITAS QUIEN TE AYUDE CON EL EQIPAJE AUN ESTAMOS CERCA

Jorge Bonilla dijo...

Gracias, amigos de Cuemanco. Fue un placer conoceros. Espero encontrar m'as gente como vosotros en el camino.