viernes, 8 de junio de 2007

Las Vegas, la ciudad del pecado, pero menos

Las Vegas, una aparición surrealista surgida de las estériles arenas del desierto, parece a primera vista un espejismo reluciente, un producto de la imaginación. Una creación esquizofrénica, brillante, llamativa y onírica de algún dibujante de historietas demente. Un universo alternativo, en el que se arremolinan los lugares más famosos del planeta, las pirámides de Egipto, la torre Eiffel de París y los canales de Venecia, bañados de un etéreo brillo de neón. Fundida por la codicia, movida por la lujuria, palpitante por la pasión. Las Vegas encarna el lado turbio del sueño americano" Así arranca la Lonely Planet su apartado sobre esta fantástica ciudad en medio de la nada. Y tiene razón. Porque esta urbe, la mayor fundada en EEUU durante el S. XX, está dentro de un extenso secarral, ya saliendo de Los Ángeles, a 450 km, se vislumbra el terreno sobre el que pisamos y la primera sensación que uno tiene cuando se baja del autobús es una bofetada de calor y un viento abrasador. 35 a la sombra. ¡Me pondré las chanclas!

Todo a lo bestia, cuanto más grande mejor
Pero Las Vegas ya se ve a lo lejos, antes de llegar una gran torre nos anuncia que nos acercamos a algo grande, se trata de la Stratosphere Tower , la mayor de EEUU, que no la mejor (Seattle, por ejemplo es mucho mejor) y según vas entrando va apareciendo ese mundo de fantasía que se llama El Strip, una avenida donde se concentra la mayor parte del negocio. Y todo es grande. todo sobredimensionado. Hoteles de 3.000, 4.000 ¡5.000 habitaciones! La mayor escultura en bronce de EEUU, el atrio con mayor capacidad del mundo. La piscina más larga, en fin, todo es así. ¿Algo más romántico? pues un viaje en góndola, ¿algo más fuerte? pues un volcán artificial. Inagotable. Yo creo que habré visto un 2% de todo lo que aquí venden, porque de eso se trata de vender, de conseguir que los 35 millones de turistas que circulan por esta avenida se dejen toda la pasta posible. Y hay que reconocerlo lo hacen muy bien. Todo es delicioso. Todo es cartón piedra. Y todos saben a lo que vienen, a dejarse los cuartos.

Un hotel, una ciudad, un mundo
La estructura es la siguiente, más o menos. En torno a un hotel hay toda una ciudad con tres partes esenciales: el hotel en sí; el casino con miles, sí, miles de máquinas tragaperras, cientos de mesas de juego; y los espectáculos, de variedades, eróticos –muy light, todo muy light–, humor y conciertos. Además todo ello está sazonado con múltiples restaurantes –hasta 47 tiene uno de ellos, innumerables tiendas de marca, numerosos bares, salones, discotecas, todo lo que Vd quiera para su diversión. Los precios también muy variados, he pagado desde 6 hasta 12$ por una margarita, pero las he visto a 99 centavos, qué tendrán me pregunto.

¿Quién viene a Las Vegas? ¿Cuál es su público?
Pues ya me diréis entre 35 millones quién no está. Nacionales y extranjeros. Muchos alemanes. Los primeros dos españoles de todo mi recorrido. También japoneses, rusos, suecos. Papás con sus hijos. Hijos que se traen a sus padres. Familias. Jóvenes solitarios, en grupo, recién casados, matrimonios cincuentones. Hombres buscando carne. Mujeres, aventura. Obreros, estudiantes, ejecutivos. intelectuales. Negros, blancos, amarillos. Punkis, pijos, progres. De derechas y de izquierdas. Gente que se viste como de boda, otros parece que salen de la piscina. Tacones, taconazos, sandalias, bailarinas, deportivas… zapatos. En pantalón corto, de largo, en vaquero, en lino, de tela. Aquí está todo el mundo representado. Hasta yo. En sillas de ruedas, con bastones. En limusina –en el aeropuerto hay un aparcamiento única y exclusivamente para este tipo de vehículo– , en autobus, en coche alquilado, en avión. Esto es como La Meca o un lugar moderno de peregrinación. Por esta razón Las Vegas ya no es tampoco tanto pecado todo se ha vuelto muy al gusto del gran consumidor. Y de eso saben mucho en estas tierras. Lo más obsceno, lo más provocativo está muy bien escondido, todo muy recatado, ni una imagen que moleste, hasta los latinos que reparten tarjetas para contactos sexuales con mujeres se ponen siempre a la sombra, no sea que ensucien el gran espectáculo.

Yo no sé jugar. No soy jugador
Para mi ha sido una etapa más. Donde para su desgracia no me he dejado ni un centavo jugando. Porque no sé. Si en España no sé cómo funcionan las máquinas tragaperras, para qué me voy a sentar aquí como un gilipollas ante ellas. He visto a gente metiendo un billete de 20 dólares y dar a teclas y más teclas sin saber a lo que daban y claro, perderlo todo. ¿Por qué lo sé?, porque hablaban alemán y les entendía. Ahí está parte del negocio. Del Black Jack, del póker, de los dados para qué hablar, sólo sé que existen: no me preguntes más. Pero sinceramente si tuviese mucho dinero y no sabría dónde gastarlo no me importaría venir de nuevo con alguien que entendiese de esas cosas para sentir la vibración del jugador, ese sudor ante una buenas cartas, esos nervios templados para engañar a la banca. La banca siempre gana.
Pero aunque este tema no me atraiga, ni mucha de las cosas aquí representadas creo que mis ojos han disfrutado viendo este espectáculo, Las Vegas, como ciudad, como universo, donde hasta lo más hortera tiene belleza, donde el neón es arte. Y no os engaño si os digo que me hubiese gustado quedarme un par de días más.

Para ver fotos de día, dado que yo sobretodo me he movido por la noche: http://www.vegas-online.de/espanol/las_vegas_fotos.htm

Para el próximo día: contacto carnal, rotulación (un poquito de diseño) y alguna cosa más

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es increíble, tío, estás ahí, a la sombra vde los neones. ¡Seremos horteras! Recuerdos a los amigos de Fredo. Apuesta, aunque sólo sea para contarlo. Y cásate. Y acepta las corazonadas.
Cuídate.

Anónimo dijo...

me voy a la cama y pruebo, y ya está la crónica del día, joder macho eres mejor que el tío matt.Buen día mañana.Felices sueños ahora. !Ah! es un honor lo de la foto de tu arbol.Se cuida bien verdad?Besos

Jorge Bonilla dijo...

No apuesto porque no sé, y me da mucha vergüenza preguntar. Me costaría hacerlo en casa como para hacerlo aquí, jaes. Es una cuestión de ridículo.

Gracias a ti lur, me encantó mi arbol. Fue preciosa la idea.

Marion dijo...

Que enorme está el tilo! Al principio pensé que se trataba de un espejismo en el desierto o de una aparición entre tanto neón. Pero ya me di cuenta que ha sido la lur. ayyy, valsain! Y está al lado de las vegas. Curioso contraste.
besos